Diario de León

OPINIÓN Carlos Carnicero

Ariel Sharon, criminal de guerra

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Los asesinatos, las masacres llevadas a cabo por los soldados de Israel, se suceden día a día en los campos de refugiados y en las ciudades palestinas con una cadencia rítmica que provoca la indeferencia de Occidente. No encuentro comportamiento sustancialmente distinto del llevado a cabo por Milosevick en Kosovo del que está efectuando Ariel Sharon en Palestina. Pero el mundo, seducido por los intereses norteamericanos y mediatizado por el Lobby judío que controla los más importantes medios de comunicación, no solo no demoniza el comportamiento del Ejército de Israel sino que abiertamente le proporciona cobertura política y mediática. Esto es así, aún cuando no sea conveniente ni adecuado a lo que hoy se lleva, decirlo. El asesinato de niños, de civiles desarmados y la humillación a la que sistemáticamente esta sometiendo Israel al Pueblo Palestino es una bomba de efectos retardados. Ahora, los que fueron víctimas de una de las mayores atrocidades de la historia, el Holocausto, son unos verdugos refinados que están cargando un odio para que otros vuelvan a ocupar su sitio en esta loca espiral de la historia que hace que las víctimas se conviertan a su vez en ejecutores. La impunidad de Israel, el propio nacimiento del estado Hebreo, se sustenta en la mala conciencia de Occidente con las atrocidades del nazismo. Alemania está neutralizada para siempre en cualquier mediación con Israel, porque todavía no ha contestado a la respuesta definitiva sobre lo sucedido en este país en los años en los que Adolf Hitler controlaba hasta el último rincón de la sociedad alemana. Pero hasta las barbaridades más grandes tienen fecha de caducidad en la capacidad de revancha de quienes las padecieron. El mundo pedirá cuentas a Israel de lo sucedido, cuando el universo árabe tenga capacidad política y militar de pedir explicaciones por una pasividad que es cómplice con los asesinos que cada día cruzan la frontera Palestina para asesinar y humillar a un pueblo que quiere tener el protagonismo sobre su destino y que está dispuesto a reconocer a sus enemigos si estos le reconocen a él. Ariel Sharon, si tiene salud para vivir lo suficiente, tendrá que responder, también, ante un tribunal penal por los crímenes que está cometiendo. Y el amigo americano se preguntará todavía por qué suscita tanto odio en el mundo musulmán. La respuesta está en las páginas de la historia, pero a nadie le conviene mirar allí.

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