El vaquero y el gallo francés

¿Qué quedará más allá del apretón de manos entre los presidentes Bush y Chirac? ¿Más allá de los disturbios, de las fotos de las protestas contra el llamado club de los ricos por parte de los que opinan que solo sirve los intereses de las multinacionales? ¿Serán sinceros los apretones de manos, los gestos de reconciliación? ¿Puede hablarse .en estas condiciones, de un nuevo comienzo, de borrón y cuenta nueva? En apariencia, sí, pero no en el fondo. ¿Cómo acomodar dos visiones tan distintas? Si EE?UU volviera a las andadas, se toparía con la misma oposición y resistencia. La agenda del G-8 es demasiado apretada porque abarca desde el estancamiento de las negociaciones comerciales y los alimentos genéticamente modificados, las armas de destrucción masiva, los problemas de Africa, incluida la creación de una fuerza de paz y las carencias de los países subdesarrollados, el combate contra el hambre y el sida, las deudas de los países pobres, la cuestión del acceso al agua etc... Chirac, de acuerdo con su idea de la multipolaridad, y para disipar la idea del club de los ricos, invitó a una decena de líderes de países en desarrollo, entre ellos, al brasileño Lula da Silva. Pocos se muestran optimistas con respecto a estas u otras materias. Como siempre firmarán, al final, un comunicado de buena voluntad, tal vez alcancen un acuerdo sobre la ayuda a África y el envío de medicinas más baratas... Y hasta la próxima. Puede que más interesantes que los devaneos de Evian sean las dos citas que esperan a Bush con líderes árabes en Sharm elSheij, hoy, y mañana en Aqaba en la primera cumbre norteamericano-israelí-palestina. Ahí es donde se la juega, más que en el G-8 de Evian. A orillas del lago Leman se enfrentan dos tendencias. Dos formas de entender el mundo. Y el gallo francés nunca se ha resignado al papel de segundón, a pesar de que sólo cuenta con un portaaviones.