La batalla de la palabra
Perseguidos por contar. Así se sienten los periodistas palestinos que cubren la información diaria en su país, una información que habla prácticamente en exclusiva de Intifada, represalias militares israelíes, demoliciones y muertes. A veces, a menudo, ellos son también las víctimas. Mueren, son heridos o perseguidos por inclumplir el deseo de Israel: silencio. Y porque saben que de ellos se piensa que el mejor periodista es el que está muerto (o callado) piden ayuda al primer ministro palestino, Abú Alá, ayer, cuando iba a entrar en su despacho en Ramala. Una sentada con sus «armas» en la calle: las cámaras.