Diario de León

Los transportistas no están de acuerdo en emitir facturas y pagar más impuestos desde mayo

Morales afronta firme la primera huelga importante en su contra

El paro fue seguido parcialmente y no logró interrumpir la actividad en las principales ciudades

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Agencias - La Paz
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El presidente de Bolivia, Evo Morales, se mostró firme en no negociar con los transportistas que realizaron ayer la primera huelga importante en su contra, que fue observada parcialmente, y que continuará el viernes en los viajes por el interior. La medida de fuerza, que no logró interrumpir las actividades cotidianas en las principales ciudades, pretende impedir la entrada en vigor de un decreto que impone a las empresas propietarias de autobuses la emisión de facturas para que paguen más tributos a partir de mayo. El vicepresidente, Alvaro García Linera, criticó con dureza a los huelguistas, a los que acusó de chantaje, y felicitó a los ciudadanos por haber acudido a sus puestos de trabajo pese a las dificultades. García Linera consideró la reacción de la población como la «victoria de un país que apuesta por el cambio», al tiempo que reiteró la postura del Gobierno de rechazar el reclamo de los chóferes. «Los impuestos no se negocian», advirtió el vicepresidente, aunque aclaró que el Ejecutivo de La Paz está dispuesto a «tratar otros temas en beneficio de la institución y del sector», como la construcción y mejora de la infraestructura vial. El Gobierno de Morales exige a los dueños de los autobuses que emitan facturas y paguen los impuestos al valor añadido, a las transacciones y a los beneficios, y de esta forma evitar que continúen amparados en un régimen en el que pagan ínfimas sumas, pese a tener inversiones notables. Según el Ministerio de Hacienda, 177 propietarios tienen registrados oficialmente 248 autobuses y pagan entre todos la cantidad de 1.843 dólares anuales en el «régimen integrado». Sin embargo, las compañías de transporte operan en todo el país con 1.167 flotas que, si ingresaran al «régimen general», tributarían anualmente 2,3 millones de dólares. Pese a que los dirigentes de la Confederación de Transportistas de Bolivia calificaron de exitoso el paro, la suspensión del servicio de transporte de pasajeros no fue total y no impidió que la ciudadanía desarrollara sus actividades cotidianas, aunque con dificultades. La huelga tuvo mayor seguimiento en las ciudades de La Paz, El Alto, Oruro, Cochabamba, Potosí, Sucre y Tarija, donde los chóferes bloquearon con sus vehículos las avenidas y los puntos de salida hacia las carreteras interprovinciales, y cerraron las terminales de autobuses. Servicio de emergencia En estas poblaciones, los transportistas no afiliados a los sindicatos dieron un servicio de emergencia que resultó insuficiente para los ciudadanos, y miles de personas tuvieron que caminar por las calles. Los que pudieron contratar automóviles para desplazarse corrieron el riesgo de encontrarse con piquetes de huelga que les cerraban el paso. En esos casos, se produjeron violentos incidentes, comunes en Bolivia, como cuando los huelguistas obligan a bajar de sus automóviles a los conductores que no acatan el paro, y los azotan públicamente con palos y «chicotes», unos látigos usados para arrear el ganado. El máximo dirigente de los chóferes, José Luis Cardozo, pidió al mandatario boliviano, formado en el sindicalismo, «no olvidarse de que él ha asumido (la presidencia) gracias a las fuerzas sociales». Además, advirtió de que la medida de fuerza puede repetirse en los próximos días si las autoridades no los reciben para atender sus peticiones.

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