Diario de León

| Scott McClellan | Ex portavoz de la Casa Blanca |

El pararrayos de voz templada

Tras enfrentarse en los últimos meses con dos incómodos episodios -el caso Plame y el incidente de caza de Cheney- McClellan está preparado para iniciar «un nuevo capítulo»

Scott McClellan, ayer con George W. Bush en la Casa Blanca

Scott McClellan, ayer con George W. Bush en la Casa Blanca

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O. Santamaría - corresponsal | nueva york
León

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Desde que asumiera su puesto en junio del año 2003, meses después de la invasión de Irak, Scott McClellan se convirtió en uno de los rostros más conocidos del Gobierno de George W. Bush por sus apariciones diarias en televisión. Desde entonces le ha tocado lidiar con el creciente descontento de una gran parte de la prensa nacional, y sobre todo internacional, sobre la guerra en el país árabe. La tarea que más energía le ha quitado durante todo su tiempo como portavoz, como pararrayos de las críticas contra una Administración que ha ido agotando poco a poco la paciencia de sus ciudadanos, lo que se ha reflejado en los medios y en el rostro de este viejo amigo del presidente. Dos incómodos episodios A parte de esto, McClellan, con su gesto bonachón y su voz templada, se ha tenido que enfrentar en los últimos meses con dos incómodos episodios de los que no salió bien parado. Uno, el escándalo por la filtración desde la Casa Blanca de la identidad de la agente secreta de la CIA, Valerie Plame, que se cobró al ayudante de Karl Rove, Lewis Libby. Meses antes, McClellan había negado repetidas veces que Rove tuviera algo que ver con todo ese culebrón. Y dos, la tardanza en informar sobre el incidente de caza protagonizado por el vicepresidente Dick Cheney y que acabó con uno de sus viejos amigos hospitalizado con perdigones repartidos por la cara, el cuello y el pecho. McClellan fue acorralado por los periodistas -enfadados porque fueron informados del suceso un día después- y raramente se le pudo ver nervioso y sin respuestas. Algunos detectaron entonces en su rostro signos de cansancio. En su despedida, afirmó estar preparado para pasar página y dejar atrás uno de los trabajos más exigentes dentro de la Casa Blanca. «He estado mucho tiempo en este puesto y mi mujer y yo estamos encantados de comenzar un nuevo capítulo de nuestras vidas juntos». Horas más tarde, a bordo del Air Force One en el que acompañó a Bush en un viaje a Alabama, McClellan se acercó a los periodistas con los que ha compartido todo este tiempo. Uno de ellos señaló que era un momento triste. El todavía portavoz restó importancia a su marcha y, como aliviado, se limitó a decir «es triste en parte».

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