Un político discreto en medio de un escándalo sexual

El escándalo sexual en torno al presidente de Israel, Moshé Katzav ha sorprendido a la opinión pública israelí porque el jefe del Estado, por su función, es una autoridad moral y, como persona, es más bien discreto e insulso. Katzav, de 61 años, ha sido acusado de acoso sexual por dos ex funcionarias y la policía ha abierto contra él una investigación que le puede costar el cargo. En medios políticos ya se barajan media docena de nombres para sustituirlo. Cuatro inspectores de la policía le interrogaron ayer durante más de siete hora. La principal acusadora, de-signada por los investigadores como A., afirma que Katzav la amenazó, entre otras cosas, con despedirla para obtener de ella favores sexuales, que equivaldría al cargo de violación. Si las relaciones fueran consentidas, también sería ilícita puesto que la ley prohíbe las relaciones entre jefe y subordinados. El presidente, que está casado desde 1969 con una empleada de banco que colabora desde hace años con una organización de ayuda a niños desfavorecidos y con la que tiene cinco hijos, niega los hechos y fue él quien alertó de que la mujer pretendía chantajearlo. Cuando, el 31 de julio del 2000, fue elegido presidente por la Kneset (Parlamento), el conservador Katzav era casi un desconocido y, según un sondeo de aquel año, sólo contaba con el apoyo del 19% de los israelíes. El 66% quería como presidente al laborista Simón Peres, pero Katzav ganó en la Kneset gracias al apoyo de su partido, el Likud, y de los ultraortodoxos. Al convertirse en presidente, alcanzó dos hitos: fue el primer representante de la derecha y el primer sefardí en llegar a la jefatura del Estado. Katzav que nacido en Irán en el año 1945 llegó a Israel con su familia en el año 1951, con la ola de inmigrantes judíos de los países árabes que comenzaron a llegar tras la fundación del Estado hebreo.