Correa, la victoria del pueblo

La aprobación dada en una consulta popular para que se instale una Asamblea Constituyente en Ecuador es un triunfo que el jefe de Estado, Rafael Correa, ha adjudicado al pueblo pero que expertos políticos atribuyen al propio gobernante, en detrimento de los políticos tradicionales. Según un sondeo a pie de urna de la encuestadora Cedatos, el 78,1 por ciento de los ecuatorianos apoyó el «Sí», el 11,5 votó por el «No», el 7,1 por ciento fueron votos nulos y el 3,3 por ciento votó en blanco. Correa ha descartado que se trate de un triunfo personal, ni tan siquiera del Gobierno, sino del pueblo, pues, según su criterio, es una muestra de que quiere un cambio y de que ya no se deja intimidar por los políticos tradicionales. «El país -dijo- ha cambiado definitivamente, el miedo quedó atrás, nuevamente esa vieja táctica de las mafias y los mismos de siempre, de llenar de miedo y sembrar incertidumbre, ha fracasado. El pueblo ecuatoriano ya no se deja engañar».Aunque Correa insistió en que el de hoy es un «triunfo histórico», aseguró que «todavía faltan muchas más batallas por ganar», por lo que pidió buscar «los mejores hombres y mujeres de la patria» para que integren la Asamblea para redactar una Carta Magna. El experto político y profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) Adrián Bonilla dijo e que el respaldo popular al presidente es latente, «como consecuencia del grado de deterioro y crisis del sistema de partidos políticos que ha regido en Ecuador hasta estos momentos». Para Bonilla, el abrumador apoyo a la Asamblea, impulsada por el jefe de Estado, es «fundamentalmente un respaldo a un presidente que se ha confrontado a los partidos políticos tradicionales». No obstante, recordó que varios de los partidos políticos tradicionales han apoyado la Asamblea, como se demostró al verse en televisión el voto por el «Sí» de Jaime Nebot, alcalde de Guayaquil, del Partido Social Cristiano, actualmente en la oposición. «Es muy difícil discriminar si se trata de un castigo a los partidos», aclaró al anotar que el rotundo apoyo a la Asamblea es también una prueba del «cansancio» del pueblo a la forma cómo se ha conducido la política en el país. Administrar el éxito Para Bonilla, el «gran triunfo» de Correa le trae el gran reto de determinar «cómo administrar ese triunfo: concretarlo en el programa que había propuesto o dilapidar el capital político» El experto en temas políticos y económicos internacionales Víctor Hugo Calahorrano dijo que el resultado «es la voluntad del pueblo de que esto no puede continuar; tenemos 28 años desde que regresamos a la democracia» y los únicos que se han beneficiado son «las grandes potencias económicas de este país». Según Calahorrano, con el resultado de se alzan tres claras victorias: la de Rafael Correa, la del pueblo y la de la democracia. «Hay que creer en la democracia porque ella nos va a llevar a los otros procesos, al de los constituyentes, al de la Constitución y al del cambio constitucional y luego el cambio en general, pero eso se hace en democracia», señaló. En el otro lado aparecen «muchos perdedores» que, según Calahorrano, están liderados por el ex presidente Osvaldo Hurtado, de la opositora Unión Demócrata Cristiana (UDC), para quien Correa pertenece al «socialismo arcaico» y al «neofascismo». También aparece en la lista de perdedores el ex presidente interino Fabián Alarcón, quien pese a que en su corta administración instaló una Asamblea Constituyente, en esta oportunidad advirtió que anularía su voto. A criterio de Calahorrano, «están muriendo los viejos partidos políticos», pero el pueblo «tiene que estar presente en todo lo nuevo», por lo que pidió consensos para conseguir el desarrollo del país en beneficio de toda la población y no de la elite. Por su parte, el experto político Felipe Burbano de Lara expresó su temor de que el abrumador triunfo del «Sí» no sea interpretado como voto a favor de la Asamblea, «sino como voto que consagra el estilo de liderazgo del presidente Correa», criticado por la oposición, que le pide mesura en sus comentarios a la hora de valorar los resultados que según parecen no tienen mucho que explicar.