Diario de León

Ehud Olmert había desaconsejado en el Parlamento lanzar «por ahora» una operación

Un ataque israelí en Gaza con al menos 19 muertos sacude el proceso de paz

Mahmud Abbás advierte de que no puede «dejar pasar estas masacres en silencio»

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Laura L. Caro - jerusalén
León

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El quebradizo proceso de paz forzado entre israelíes y palestinos por empuje de los Estados Unidos se tambaleaba este martes sacudido por el mayor baño de sangre registrado en Gaza desde noviembre del 2006. Con las banderas que sirvieron para recibir a George Bush todavía ondeando en las principales arterias de Israel, y sólo cuatro días después de su viaje en el que dio luz verde a Israel para abatir a Hamás, los tanques hebreos, apoyados por helicópteros apache, perpetraban en el lado este de la franja una mortífera operación de 12 horas de duración a la caza -palabras del Ejército- de «infraestructura terrorista», que acabó con la vida de al menos 19 palestinos. «Mataremos a los suyos» Entre las víctimas hay varios civiles, aunque la mayoría eran milicianos del partido islamista, incluido Hussam Al Zahar, de 24 años. El hijo menor de que fuera uno de los miembros fundadores de Hamás y hoy poderoso líder del ala más radical de la organización, Mahmud Al Zahar, que acusó al presidente norteamericano de la masacre y juró venganza. «Esta escalada sionista es resultado natural de la visita de Bush, -clamó- lo que quieren Abú Mazen y sus secuaces, los colaboradores de Israel, y desde aquí les digo: hoy están matando a nuestros hijos, mañana nosotros mataremos a los suyos». Y añadía: «responderemos con el único lenguaje que entienden». El terremoto de violencia en la franja coincidía con la muerte en el kibuttz judío Ein Hashlosha, a escasos 100 metros de la barrera que separa Gaza de Israel, de un joven ecuatoriano que fue alcanzado en la espalda por el disparo de un francotirador palestino mientras instalaba canalizaciones de agua. Hamás se atribuiría a autoría del asesinato, lo que en la mañana aciaga de ayer cargando de argumentos a Israel en su ofensiva. «No nos queda otro remedio más que responder y frenar esto», advertía el presidente hebreo Simon Peres. En Ramala, las alarmas saltaban para el presidente palestino, Mahmud Abbás. «Lo que ocurrió hoy -por ayer- es una masacre, una matanza contra el pueblo palestino. Nuestro pueblo no puede dejar pasar estas masacres en silencio estas masacres no pueden conducir a la paz», clamaba el jefe de la Autoridad Palestina, aunque sin hacer mención a un posible fin de las conversaciones con Israel que, desde Gaza, reclamaba otra vez el depuesto primer ministro de Hamás, Ismail Haniye. Olmert lo había desaconsejado Tampoco lo hacía el negociador jefe de Abbás, Ahmed Qureia, que se limitó a advertir que, de continuar la violencia, el diálogo emprendido, y reavivado el lunes mismo con la primera discusión en siete años con los judíos sobre asuntos cruciales como las fronteras o el estatus de Jerusalén, acabaría «sin sentido». Apenas 24 horas antes de esta ofensiva, el primer ministro hebreo, Ehud Olmert había desaconsejado en el Parlamento lanzar -«por ahora», dijo- una operación masiva en Gaza.

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