Diario de León

Reportaje | Enrique Alonso Pérez

¡Vinieron los Reyes!

La reciente visita de los Reyes, don Juan Carlos y doña Sofía a León, con motivo de la celebración de los actos del 1.100 aniversario del Reino Leonés, ha recordado otras visitas oficiales de los monarcas, casi s

El obispo de León muestra a los Reyes el Panteón Real, en su última visita a la ciudad.

El obispo de León muestra a los Reyes el Panteón Real, en su última visita a la ciudad.

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Como no podía ser menos, en este undécimo centenario del menoscabado Reino de León, los Reyes de España acudieron a realzar la efemérides con su presencia, que aunque un poco descafeinada por el escaso eco popular ante la débil convocatoria, y el dichoso frío leonés, que se empeña en durar hasta el cuarenta de mayo, hemos de agradecer un montón al acudir a su compromiso en vísperas de una intervención quirúrgica anunciada, y que nos dio pie para elaborar este apunte desde la Colegiata de San Isidoro.

Como detalle curioso y poco conocido a nivel popular, destacar el que los tres primeros reyes leoneses fuesen hermanos, hijos del gran rey repoblador, Alfonso III el Magno. Parece ser que este monarca, por razones nunca bien explicadas por falta de documentación fidedigna, dividió -o le obligaron a repartir en el año 910- sus reinos entre los tres hijos varones: García, Ordoño y Fruela, quedando García como primer rey leonés, Ordoño en Galicia y Fruela en Asturias. En el año 914 muere García prematuramente y pasa su hermano Ordoño a ocupar el trono vacante, siendo el primer monarca que se coronó en León, precisamente en la catedral que él había patrocinado con la donación de los terrenos y palacios adscritos al patrimonio real. Luego, al morir nuestro buen rey Ordoño II, en el año 924, los prelados y grandes del Reino, deciden que Fruela sea el sucesor. De esta manera se logra la unión de los tres estados que Alfonso III había dividido tras su abdicación. Fruela II pasó a la Historia sin haber realizado acción alguna en la Reconquista, pues murió al año de su reinado leonés, atacado de lepra y al igual que su hermano Ordoño, fue enterrado en la catedral primitiva, perdiéndose la memoria de su sepulcro por la construcción de la catedral gótica.

1397124194 En San Isidoro. Fue nuestro gran rey, Alfonso V el de los Buenos Fueros, quien decidió reservar la capilla de Santa Catalina como enterramiento de sus antecesores en el trono leonés, así como para cuantos ostentasen la titularidad en el presente y futuro del reino. Muchos han sido los sucesos y avatares históricos por los que ha pasado esta capilla; pero el más traumático para el pueblo leonés, siempre tan atento a sus glorias y tradiciones, se produjo en la noche del 30 de diciembre de 1808, en la que todos los restos que allí reposan fueron sacados de sus tumbas y llevados en macabra procesión a la plazuela isidoriana, donde sirvieron de irreverente profanación y escarnio a la soldadesca francesa que, apoyándose en el santo nombre de la Libertad, Igualdad y Fraternidad, saquearon nuestra geografía con el más absoluto de los desprecios. Sólo la momia de doña Sancha, que se conserva incorrupta, pudo ser rescatada de las iras de aquellos energúmenos, gracias al celo de las vecinas monjas Recoletas, que con riesgo de sus propia vida pudieron preservar muchas reliquias hasta que fueron devueltas al Cabildo en 1818.

Como ya hemos dicho anteriormente, Alfonso V fue el que ordenó el traslado de sus mayores a la capilla de Santa Catalina, que por orden cronológico son los siguientes: Alfonso IV «el Monje». Hijo de Ordoño II, muerto en junio del año 932. Ramiro II, hermano del anterior, que murió el día 5 de enero del año 950. Ordoño III, hijo de Ramiro II, que murió en el mes de agosto del año 955. Sancho I «el Gordo», hermano del anterior, muerto en el año 965. Ramiro III, hijo de Sancho, murió en el año 985. Bermudo II «el Gotoso», hijo bastardo de Ordoño III, tío, por tanto, de Ramiro III a quien destronó ayudado por los nobles gallegos, murió en el año 999.

A partir de Alfonso V, el Padre Atanasio de Lobera nos señala los sepulcros reales con su epitafio correspondientes, siendo el de este rey como sigue: «Aquí yace el rey don Alfonso, el que pobló a León después de la destrucción de Almanzor y le dio buenos fueros e hizo esta iglesia de ladrillo y barro. Tuvo guerra con los moros y fue muerto por una saeta sobre Viseo, en Portugal. Fue hijo del rey don Bermudo Ordóñez . Murió el año de Nuestro Redentor de 1030, a cinco de mayo. Fue rey 28 años». También tiene un sentido epitafio Bermudo III, que traducido del latín original dice lo siguiente: «Aquí está enterrado don Bermudo, rey de León, hijo del rey don Alfonso. Éste tuvo guerra con su cuñado, el rey don Fernando el Magno, que le mató en Támara, el año de Cristo de 1037. Reinó diez años».

El epitafio de Sancho III «el Mayor», de Navarra, reza de la siguiente manera: «Aquí está sepultado don Sancho rey de los Montes Pirineos y de Tolosa. Varón en todas sus cosas, católico y amparador dela Iglesia. Fue trasladado aquí por su hijo el grande rey don Fernando, el año del Señor de 1035».

Por último, el rey Fernando I, conde de Castilla y rey de León, reposa en esta capilla real después de haber protagonizado una sorprendente despedida de este mundo. Dice el Padre Lobera, que por revelación de San Isidoro, supo que iba a morir. En los días navideños fue a San Isidoro y se puso de rodillas ante el Santísimo diciendo: «tuya es la potencia y tuyo el reino, Señor Dios mío, Tú eres sobre todos los reyes y todas las cosas a ti sujetas. El reino que me diste, Señor, a Ti te lo restituyo. Sólo te suplico, Dios mío, que tengas por bien de colocar mi ánima en tu santa gloria».

Don Juan Carlos y doña Sofía, quedarían, una vez más, impresionados por el fervor y respeto que los leoneses conservan hacia aquellos reyes medievales que desde el solar leonés engrandecieron y consolidaron España.

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