Diario de León

Reportaje | D.L. MIRANTES | excelencia hotelera

«No me puso nervioso ni Jimmy Carter»

Salustiano Pablos Rascón ha trabajado en el Parador de León durante los últimos cuarenta años, toda una vida dedicada a una tarea de la que ha hecho su pasión. En el año de su jubilación la cadena

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«No me he puesto nervioso con nadie, te vas curtiendo día a día». Pocas personas en el mundo, menos en León, pueden evitar sentir un escalofrío al abrirle la puerta a un presidente de los Estados Unidos. Salustiano Pablos Rascón, natural de Valderrueda, conserje 1º del Hostal de San Marcos, es una de ellas. El secreto es sencillo, dar a todos los huéspedes el mismo trato exquisito porque «son los que nos dan de comer». A pesar de que no se puso nervioso, Salustiano Pablos reconoce que el ex presidente americano ha sido una de las personas que más le han impresionado. Cavaco Silva, quien presidiera el gobierno más largo de la historia de la democracia en Portugal, fue la otra persona que más le ha conmovido. «Personas que te dejan una huella dentro», concreta el conserje 1º.

Junto al saber estar, la discreción -"requisito imprescindible de la excelencia en la actividad hotelera-" ha sido la otra norma inquebrantable en su trabajo. Salustiano Pablos Rascón es el ejemplo vivo de la máxima discreción, no importa que haya sido testigo del paso por León de todos los presidentes que ha conocido la democracia española, de los Reyes, o de cuanta celebridad ha visitado la ciudad. Salustiano Pablos no es un conserje chismoso, él no revela los caprichos, los antojos, las excentricidades de toreros, cantantes, actrices o frecuentes del papel cuché. Para el conserje 1º del Hostal de San Marcos la discreción es parte de su trabajo, de la labor diaria con la que ha cumplido los últimos 40 años y 37 días.

Premio a la excelencia. Una trayectoria que acaba de ser distinguida por Paradores con el premio Excelencia 2009 a «Una Vida Ejemplar», galardón que recogió el pasado martes en un acto encuadrado en la Convención Anual de Directores de la cadena. El propio presidente de la cadena, el también leonés Miguel Martínez, le entregó el premio en el acto más emotivo de la convención celebrada en Salamanca.

Pablos confiesa que lo que más le ha emocionado ha sido el reconocimiento a su «trayectoria laboral, casi vital». Se define como «una persona que se ha dedicado en cuerpo y alma a su trabajo». En el Hostal se siente como en su propia casa, ha llegado a sacrificar algún día de descanso o de vacaciones por echar una mano en el Parador.

El Drácula del Castillo . Intenta respetar los horarios, pero no le importan, «cuando te sientes como en tu casa no te sienta mal salir dos horas antes o dos horas después». Sus compañeros bromean con que le van a poner una cama turca en una habitación contigua a la conserjería «para que no tenga que ir a casa a dormir». Algunos de quienes han trabajado a su lado, afirman que es como el Drácula del Castillo. Es ya uno de esos personajes que dan vida a los monumentos, que le dan sentido a los edificios. Si los viajeros son la sangre del Hostal, Salustiano es el corazón que bombea huéspedes por corredores, habitaciones, rincones y salas. Dicen que nadie conoce «la casa» como la conoce él. Compagina la conserjería con visitas guiadas por el hostal para los clientes allí alojados. Las celdas donde Francisco de Quevedo estuvo preso son cotidianas para él, aunque reconoce que algunas veces «los turistas te mente en aprietos con preguntas un poco comprometidas». Las llaves de Oro. El sábado 1 de junio de 1970 Salustiano Pablos viajó de Valderrueda a León para una entrevista de trabajo en el Hostal de San Marcos. Antes había vivido en el País Vasco, de donde volvió para hacer la mili. Después pasaría los siguientes cuarenta años atendiendo la puerta de uno de los lugares con más solera de la capital. Dice que recuerda aquel primer día como si fuera ayer. «Llegué el sábado a la entrevista y me cogieron. Me dijeron que empezaba el siguiente día, yo le contesté que no podía, que era de un pueblo y no tenía ropa ni nada. Me mandaron a casa el domingo y el lunes fue el primer día que trabajé aquí como ayudante de conserje». El primer contrato que le hicieron era de seis meses, pero a los dos meses y medio se lo cambiaron por uno indefinido. Luego el respeto por su trabajo y su exquisitez le llevaron a formar parte de las Llaves de Oro Españolas entre los años 1972 y 1983. Diez años luciendo en las solapas la máxima distinción a la excelencia de los conserjes.

Sin embargo, para Salustiano Pablos el honor de guardar las llaves de oro de la puerta de San Marcos reside en las personas que la atraviesan. Ayer le abrió esa puerta a un premio Nobel de la Paz, mañana puede que se la abra a los campeones del mundo de fútbol, pero siempre que la abra, como en los últimos cuarenta años, sentirá que está abriendo la puerta de su casa.

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