Diario de León

CALLE RENUEVA Y EL CID | MI ILUSTRE VECINO | AMANCIO GONZÁLEZ. ESCULTOR

«Renueva es una zona con gente que ha sabido revitalizar el barrio»

Un León vivo. Amancio no sólo quiere recorrer el que ha sido su barrio en los últimos años por ser una parte de la ciudad que conoce perfectamente. Sobre todo, quiere destacar a los vecinos que luchan por revitalizar la zona en medio de tanto pesimismo.

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manuel c. cachafeiro | león
León

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Amancio González ha vivido la última década en Renueva, esa calle fronteriza entre el viejo León y el centro, camino obligado para los peregrinos que se dirigen desde San Isidoro a San Marcos. Es una calle abierta, donde el comercio y los bares se mantienen a flote. Apenas hay locales cerrados, signo evidente y feliz de que aún hay vida detrás de la desesperanza de la crisis.

Amancio, que acaba de regresar de Turquía, ha recorrido mil veces unas aceras que tienen la cualidad de haber respetado la idiosincrasia de la calle, que no es del todo recta. «Es una calle sin aglomeraciones, pero con mucha gente que va y viene», explica el escultor de Villahibiera, que ha renovado con sus esculturas grandes y pequeñas plazas, como Santo Domingo o el Cid.

Su recorrido parte de la calle Renueva y se cerrará en el parque romántico, después de hacer una parada en la calle Abadía, en la bajada a Ramón y Cajal por la parte de atrás de San Isidoro.

En Renueva parte en un local singular: Ogando, especialista en sellos y monedas. Se instaló hace 11 años y hoy, al frente del negocio, está Enrique Alonso, aunque su familia lleva mucho más tiempo dedicada al coleccionismo. Ogando, como Benjamín, la segunda parada, una frutería de toda la vida, son de esos locales que resisten contra viento y marea. En concreto, Benjamín, de donde Amancio es cliente, lleva 21 años «luchando contra las grandes superficies, vendiendo frutas, verduras y pan», destaca el escultor leonés, como ejemplo de que en medio de tanta vorágine destructiva hay quien aún se resiste a tirar la toalla.

Para Amancio, León es una ciudad con mucha historia y mucho patrimonio, que aún es capaz de renovarse, también como gran escenario para la escultura, «pero no como un elemento decorativo más, sino como testigo de lo que ocurre», matiza. Y es que es así. En el caso de Amancio, su escultura de La Negrilla es uno de esos nuevos símbolos de León. Víctima de la salida de vía de un coche que la destrozó por completo, se ha renovado en bronce para disfrute de viandantes y retrato obligado de turistas.

Camino del Cid, Amancio hace esa parada pendiente en la cafetería San Isidoro. A Javier, su dueño, lo define como «un gestor cultural y un revitalizador cultural del barrio». Javier, que junto a su mujer, Fernanda, hace quizá la mejor cocina portuguesa de la ciudad, ha convertido su local no sólo es un lugar para el café; la cafetería San Isidoro es sede también de la asociación Legio Fotos VII, con más de 80 socios. «Lo bueno de un barrio no es solo que tenga vida, sino personas que sean capaces de darle más vida todavía», señala Amancio.

Y así, el recorrido termina, como no podía ser de otra forma, frente a otra de sus esculturas, Figura sentada con pájaro muerto, erigida en una de esas pequeñas plazas que dan realce al parque del Cid. Para Amancio, el bar León Antiguo es uno de esos locales de «referencia»; no sólo porque es un pequeño museo fotográfico del devenir histórico de la ciudad en el siglo XX, sino porque es capaz de haber cumplido 25 años. «Son gente que hace cosas y que han sabido revitalizar la zona», sentencia el escultor como frase final.

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