Diario de León

Salem, Del desierto al vergel berciano

Cerca de 30 niños saharauis llegan cada verano a la comarca del Bierzo acogidos por diferentes familias. Durante la estancia, sus allegados hacen todo lo posible para que disfruten al máximo los dos meses que vivirán aquí. Salem es uno de ellos. Hemos pasado una jornada con él para saber cómo es su día a día este verano..

l. de la Mata

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«Le encanta el agua». Eso es lo que dice de Salem, de once años, su hermano berciano Miguel, una vez que le ve zambullirse en la piscina. De donde viene no se puede disfrutar del lujo que para él supone el hecho de bañarse en una piscina. Salem es uno de los cerca de 30 niños y niñas saharauis que han venido acogidos este verano al Bierzo. Una familia de Cuatrovientos (Ponferrada), compuesta por un matrimonio y sus dos hijos lleva cuatro veranos consecutivos acogiendo a Salem en su hogar. Pero no son primerizos: antes que él, la familia se amplió durante tres veranos con una niña. Pero con las niñas es diferente. «Vienen muchos más chicos. Las chicas son más cerradas. La que acogimos en nuestra casa no quería ni sentarse en la misma mesa que mi padre y yo en las comidas», recuerda Miguel.

El primer verano que estuvo aquí, llegó sin la menor noción del idioma, pero no tardó en aprenderlo, aunque todavía le cuesta entender algunas expresiones. El año que viene será el último para Salem: «cada niño puede venir un máximo de cinco años», asegura Miguel, aunque su hermana Lorena matiza que también depende del niño. Pero hasta entonces, el joven africano disfrutará su estancia aquí. Prueba de ello es la rutina diaria que mantiene: la mayoría de las mañanas las pasa en un campamento en la localidad de Camponaraya, en el que se relaciona con niños del Bierzo. Ya por la tarde vuelve al agua. Cuando regresan a casa, pasean a los perros —la familia tiene tres— y después salen a hacer ejercicio: Miguel corre y Salem le sigue con la bicicleta. Después de cenar, la televisión es su pasatiempo. Si le preguntan qué películas le gustan, inmediatamente piensa en Rambo . Miguel se extiende un poco más: «le encantan las películas de Stallone y las de pistolas». Después de la televisión se acuesta. No suele trasnochar, pues a las 23.00 o a las 00.00 horas ya está en la cama. Madruga, pero los días que más lo hace son los domingos: le encanta ir de bares con el padre de acogida y el pulpo es su tapa favorita. En casa dispone de un cuarto de juegos para él solo. «Ya domina todas las consolas», afirma su hermano.

La semana pasada hubo un cambio en sus costumbres. Salem faltó algunos días al campamento para acudir al médico. Fueron visitas rutinarias, en las que se comprueba si todo está en orden. Los análisis que le han hecho esta temporada no muestran nada preocupante, aunque debido a las condiciones en las que vive el resto del año, el verano pasado llegó a España con un parásito intestinal. Por suerte, no tiene nada de lo que preocuparse. Durante su estancia, Salem aparece inscrito en la Seguridad Social.

La Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui organiza viajes a los campamentos de refugiados para que las familias de acogida puedan conocer con sus propios ojos la realidad que se vive allí. Pero de momento, la familia berciana de Salem no ha acudido, aunque les gustaría poder hacerlo en el futuro. La Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui del Bierzo también oferta vuelos con ocasión del Fisahara , festival de cine que alcanza este año su décimo aniversario y que transmite a los campamentos de refugiados el amor por el séptimo arte.

Salem es muy reacio a hablar con su familia de acogida sobre la situación de su hogar. Le gustaría volver aquí en el futuro a estudiar medicina, pero su abuelo no quiere. Por ahora no se preocupa por eso: «no le gusta estudiar, es más de jugar», reconoce Miguel. Mientras esté aquí, su otro hogar es lo de menos. Por ahora, Salem piensa en los días que le quedan por delante en España —vino el 17 de junio y marchará el 17 de agosto— y en todo lo que le queda por hacer. De momento, ayer llevó a los perros de la familia a un concurso canino en Ponferrada. Salem disfruta mucho en compañía de sus mascotas. Dice orgulloso que él se encarga de su cuidado, a lo que Miguel replica «más bien me ayuda a mí mientras me encargo yo de ellos».

Pero todavía le queda una visita pendiente a la playa en Asturias o Galicia y espera poder acudir a un estadio de fútbol para presenciar un partido en directo. Aunque es del Real Madrid — «pero de la Ponferradina más», le reprende Miguel—se conformará con ver al Valladolid, por aquello de la proximidad geográfica. Estas son sólo algunas de las cosas que la familia espera poder hacer con su hijo de acogida antes de que regrese de vuelta a un día a día más complicado. Por suerte, aún le queda un mes exento de preocupaciones, en un entorno que sin duda es mucho más placentero; un lugar en el que, con el paso de los años, ha encontrado una segunda familia que le proporciona todas las facilidades que podría necesitar un joven de once años. Además, siempre puede volver el año que viene.

Carlos Polanco

leonalsol@diariodeleon.es

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