Diario de León

A LOS 120 AÑOS DE SU COLOCACIÓN

Amancio quiere ‘bajar’ a Guzmán del pedestal

«Es la mejor escultura de la capital y valdría la pena hacer una réplica. y colocarla en un lugar accesible».

secundino pérez

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ana gaitero | león
León

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Ayer hizo 120 años que Guzmán el Bueno se subió al pedestal por ley. La reina regente, madre de Alfonso XIII, firmó el decreto real, el 18 de julio de 1894, en San Sebastián en pleno veraneo en el palacio de Miramar: «Don Alfonso XIII, por la gracia de Dios y la Constitución, y en su nombre y durante su menor edad, la reina regente del Reino, vengo en ordenar que se erigirá en León una estatua representando la figura de Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, hijo de aquella ciudad».

Y añade: «Se fundirá por cuenta del Estado en la fabrica de cañones de artillería de Sevilla, facilitando el Ministerio de la Guerra, para el expresado objeto, el material necesario», dice textualmente el decreto de 18 de julio de 1894. Querían los próceres leoneses recordar al héroe con motivo del cercano aniversario de la defensa de Tarifa, en la que Guzmán sacrificó a su hijo menor para no perder la plaza frente a los sarracenos.

La estatua fue idea de un bañezano, el diputado en Cortes Gabriel Fernández Cadórniga, el muñidor fue el hombre más rico de León, Fernando Merino, y quien llevó el recado a la reina regente, madre de Alfonso XIII, Mateo Sagasta, presidente del consejo de ministros y, a la sazón, padre de la condesa de Sagasta, la esposa de Merino.

El artista, Aniceto Mariñas, reconocido escultor segoviano que realizó, entre otras, la escultura de Velázquez en el Museo del Prado y la de Eloy Gonzalo en la plaza de Cascorro del Rastro madrileño. La de Guzmán la terminó en 1898 y se colocó sobre el pedestal hecho por el arquitecto Gabriel Abreu en la glorieta que lleva su nombre. Cuentan las crónicas que no gustó nada en León.

Se le criticó el gesto de volver la cara mientras dejaba caer el cuchillo «de mala gana, como por obligación, con los dedos engarabitados y volviendo el rostro», escribió el acaudalado Cayo Balbuena. El pueblo hizo mofa y burla del monumento. La peña Los Bernesgos le compuso la copla «Ay, Guzmán, cómo te han puesto/ Hay que ver que capisayo/ mucho mejor estarías con levita de Don Cayo», relata Enrique Alonso Pérez. El día que se la cantaron se armó alboroto y alguno durmió en el ‘cajón’ municipal. La estatuta estuvo dos años tapada con un saco y se inauguró, a horas muy temprana, la mañana del 15 de julio de 1900. Con el tiempo tal gesto popularizó el dicho cazurro atribuido simbólicamente a Guzmán: «Si no te gusta León, ahí tienes la estación».

Para el escultor leonés Amancio González el monumento a Guzmán «es la mejor escultura de la capital» y aboga por que la ciudad tome alguna iniciativa para acercarla a la gente y que pueda «disfrutarla»: «Mercería la pena hacer una réplica y colocarla en un lugar accesible a la gente».

Destaca también el carácter que el escultor imprimió al héroe de Tarifa tanto por «ese gesto tan humano» de no mirar al puñal que entregaba para que ejecutaran a su propio hijo, como por la indumentaria «fiel a la época medieval».

«Es el prototipo de caballero romántico. El escultor tuvo el valor de enfrentarse al sentir y al pensamiento de la época al plantear con esta imagen un problema más profundo», reflexiona. Otro mérito, apunta, es que en cien años, desde las fuentes ilustradas, no se había erigido ninguna escultura pública en la capital. Desde entonces, Guzmán es santo y seña de León.

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