Diario de León

trabajar a bajo cero

La gente en León no sabe lo que es el frío

Pisteros, guías de montaña, barrenderos o pastores se enfrentan cada invierno a duras jornadas de trabajo sin el cobijo que ofrecen las cuatro paredes de una oficina.

Alfonso Suárez ejerce como pastor de ovejas desde que tenía 13 años.

Alfonso Suárez ejerce como pastor de ovejas desde que tenía 13 años.

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Pablo Rioja | León
León

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Son las ocho de la mañana en la Estación Invernal de San Isidro y aunque los primeros rayos de sol regalan luz natural a Joaquín Quince, un pistero con casi 20 años de experiencia, el calor brillará por su ausencia a lo largo de toda la jornada. Acostumbrado a convivir con el frío durante los cuatro meses y medio que suele durar la temporada de esquí leonesa, se enfrenta a temperaturas extremas como quien teclea una bonita historia en su ordenador protegido bajo las cuatro paredes de su hogar. Es uno de tantos profesionales acostumbrados a lidiar con un invierno enamorado de León que, lejos de relajarse, golpea con toda su fuerza sin importarle otra cosa que cumplir con su cometido.

Entre otras muchas tareas, Joaquín y el resto de personal de pista de la estación velan por la seguridad de todos y cada uno de los esquiadores que hacen uso de las instalaciones. Realizan rescates, controlan las pistas y remontes para evitar el riesgo de aludes, revisan la señalización... así cada día durante nueve horas. «Dos personas en motos revisan desde primera hora cada palmo de San Isidro y si existiese algún peligro se toman las medidas necesarias y se informa a los esquiadores». El siguiente paso en la jornada de Joaquín es comprobar que las señalizaciones estén en buen estado y que las pistas se encuentren óptimas para su uso antes de abrir las puertas al público a las nueve. Una rutina «más complicada» de realizar este año debido a los fuertes temporales que azotan la provincia. «Lo peor del frío», asegura, «es soportar la altura a la que estamos sometidos en la montaña y cargar con el equipo, sobre todo con las botas».

El protocolo de salvamento es otro de los pilares que sustenta el día a día de los pisteros. «Ante cualquier lesión prestamos primeros auxilios y si el accidente requiere más medios trasladamos a los usuarios para que sean atendidas por nuestro personal sanitario. Las puertas de la estación echan el cierre a las 16.30 horas, aunque los trabajadores aún tiene tareas pendientes. «Volvemos a llevar a cabo otra revisión por si se ha quedado rezagado alguien y cuando todo está listo entran en escena las máquinas», cuya misión es preparar las pistas para que su aspecto sea el idóneo al día siguiente.

La noche se echa encima sigilosa y Joaquín puede tomarse al fin un respiro. El frío aguarda paciente hasta el próximo envite.

Por las cumbres

A unos cuantos kilómetros de allí, los esquís se sustituyen por raquetas para atravesar a pie el manto blanco que cubre el corazón de Babia, Vegarada y Posada de Valdeón. «Cada vez más grupos de deportistas y amateurs se animan a practicar este deporte», confiesa Fernando Suárez, montañero profesional y guía que, al igual que Joaquín, conoce de primera mano las inclemencias del tiempo y cómo hacerlas frente. «Ante todo se necesita una condición física aceptable y un buen equipo». Se encuentra inmerso en plena temporada de rutas que incluso como las de Burón y Retuerto de la próxima semana, tendrán lugar durante la noche. «La primera transcurre por el valle de Mirva hacia un bosque de hayas. Si las nubes lo permiten resulta espectacular caminar guiados por la luz de la luna», señala. «Una aventura diferente que permite descubrir un León oculto para muchos que vuelve a la vida cuando llegan los grandes temporales», finaliza.

Y de deslizarse o caminar por la nieve a combatirla sin tregua hasta no dejar rastro. A ello se dedican los profesionales de Excavaciones Franco, en San Martín del Camino, responsables del mantenimiento de la AP-71 entre León y Astorga. Disponen de cuatro camiones quitanieves y una pickup que trabajan a destajo por sus cerca de 50 kilómetros limpiando los viales de cualquier resto de nieve o lo que es peor, placas de hielo. Ángel Franco, uno de los dueños, no recordaba un invierno como éste. «La actividad estas últimas semanas ha sido incesante», asegura. Los turnos aquí son de doce horas como máximo, luego llegan los relevos.

El trabajo con las máquinas quitanieves requiere una concentración máxima, técnica y estar familiarizado con las diferentes complicaciones que se pueden presentar en la carretera cuando los copos, el viento o el hielo están implicados. «Recibimos las alertas desde el centro de control de Madrid y dependiendo de la necesidad actuamos de una u otra manera, con más o menos medios», puntualiza Ángel. Cuando los camiones están en funcionamiento por la autopista echan sal y salmuera —«siempre ambas cosas»— y repasan las calzadas una y otra vez hasta que queden limpias. Estos profesionales, como otros tantos que cada invierno trabajan quitando nieve en Pajares, Cistierna y otras tantas zonas de la provincia leonesa saben que cada segundo es relevante cuando se trata de preservar la vida de los ciudadanos.

En San Martín capea también el temporal —aunque a ras de suelo— Alfonso Suárez, un pastor de ovejas que no perdona sus salidas al campo «caiga lo que caiga del cielo». A sus 66 años —lleva en el oficio desde los 13— ha pastado con sus rebaños por los puertos de la Cueta, el Páramo o la Ribera del Órbigo, entre otros lares. «Suelo salir sobre las 13.00 horas y no regreso hasta las 19.00 a la nave». No tiene miedo al frío, ni al paso del tiempo y cualquiera puede cruzarse con él porque Alfonso cumple su misión con escrupulosa puntualidad los siete días de la semana.

En plena calle

También en la capital hay ejemplos de trabajadores acostumbrados a ponerle buena cara al mal tiempo. Es el caso de Francisco Pedrón, un corpulento barrendero que desde hace 30 años sabe lo que es enfrentarse a las bajas temperaturas. Su jornada arranca en la zona de El Crucero a las siete de la mañana. «En casos tan extremos como los vividos estos meses nos coordinamos con Protección Civil y Jardines para que la limpieza de hielo y nieve o el reparto de sal sea efectivo». Francis, como le conocen los más allegados, asegura que «es duro enfrentarse al frío, pero después de tanto tiempo se lleva bien».

Lo mismo piensan Miguel y Marisol, dos veteranos del servicio de la ORA que pese a salir a la calle «aunque truene» reconocen que su trabajo es muy llevadero. «El invierno en la calle es pellejo, pero venimos contentos».

Voluntarios, repartidores o jardineros son otros de los profesionales que conviven con las condiciones climatológicas adversas sin que ello impida que pongan su mejor sonrisa.

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