Diario de León

La Junta inspecciona a los productores de Cecina de León para zanjar picarescas

La crisis que vive la IGP, en manos de una gestora, obliga a auditorías ante la detección de falta de ortodoxia con el sello .

Imagen de archivo de un concurso de cortadores organizado por la IGP Cecina de León en la capital de la provincia.

Imagen de archivo de un concurso de cortadores organizado por la IGP Cecina de León en la capital de la provincia.

Publicado por
a. g. puente | redacción
León

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La crisis sin precedentes en la que desde hace meses está inmersa la etiqueta de calidad Cecina de León, principalmente por la diferencia de criterio entre los propios productores incluidos en el sello a la hora de interpretar la ortodoxia para que sus piezas acuñen este marchamo, ha obligado a la Junta a tomar cartas en el asunto. Realiza controles de verificación y auditorías en las propias industrias, apoyando así la labor del propio Consejo Regulador de la IGP (ahora en manos de una gestora). El objetivo es fiscalizar in situ que todos cumplen las condiciones exigidas para que su producto lleve la etiqueta Cecina de León y evitar, por lo tanto, picarescas ante la situación de interinidad que vive el Consejo a la espera de nuevas elecciones, de momento, sin ninguna fecha en el horizonte.

Tal y como confirman fuentes de la Consejería de Agricultura y Ganadería, «la IGP Cecina de León es un referente de calidad y los operadores (productores) deben cumplir las condiciones, con los controles de verificación queremos garantizar el funcionamiento normal de este sello; la gestora sigue con su trabajo».

Desde la gestora, uno de sus miembros admite que la situación abierta tras las sucesivas dimisiones producidas en el seno del Consejo Regulador desde agosto de 2013, que culminaron el 22 de mayo del pasado año cuando el pleno de este órgano aceptó la renuncia de los seis vocales titulares y los seis suplentes, ha obligado a «reorganizar y poner orden» en los líneas de acción de los productores. «Marcamos el camino a seguir para que la claridad de criterios prime en la elaboración de nuestro producto a la hora de su certificación; deben seguirse los protocolos y tenemos que poner fin a los desmanes, falta más transparencia».

A la labor de supervisión de la propia gestora se unen, explica, las auditorías de técnicos del Itacyl (Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León).

La brecha en el Consejo Regulador se abrió entre los partidarios de la ortodoxia del sello de calidad y los que apoyan también la denominada línea B, es decir, aquellos que elaboran también piezas no certificadas utilizando para su elaboración partes de la vaca no incluidas en la etiqueta como los centros de contra o los redondos.

Esta decisión ha provocado que en menos de una década el número de piezas certificadas que llegan al mercado con el sello Cecina de León haya caído prácticamente un 50%, con alrededor de 60.000 actualmente. Y es que productores de la propia IGP aprovechan el tirón del consumo de cecina (con y sin sello, que en los últimos diez años ha conseguido duplicar su consumo) para incorporar la línea B en busca de mayor rentabilidad, en tiempo de curación, desperdicio (genera menos) y precio. Se han detectado casos entre industriales de la propia IGP, ya constatados, que utilizan el sello oficial de calidad para piezas de la línea B, fraude que la Junta ahora vigila con lupa.

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