Diario de León

El drama de Villadangos

El cierre de la planta de Vestas supone un varapalo para los 362 trabajadores de la fábrica, pero también para un pueblo que veía en la llegada de la multinacional danesa un revulsivo laboral

Imagen del exterior de la planta de Vestas en Villadangos del Páramo, ayer a mediodía

Imagen del exterior de la planta de Vestas en Villadangos del Páramo, ayer a mediodía

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Detrás del despido de los 362 trabajadores de la fábrica de Vestas en Villadangos del Páramo hay otras tantas historias humanas. El drama de la planta leonesa es también el drama de un pueblo que vivió con entusiasmo la llegada de la empresa danesa, un aterrizaje que vio como un enorme rayo de esperanza para el futuro de la zona y que ahora se ha transformado en un precipitado despegue que deja a todos en tierra.

Antes de la llegada de la recesión económica, Villadangos se perfilaba como un foco dinamizador para los pueblos del Órbigo y el Páramo. Cerca del colegio, un empresario vasco había proyectado construir casi cien viviendas y la idea era que el entonces incipiente polígono ocupase el doble de superficie que la actual. “Pero todo se lo llevó la crisis”, explica Teodoro Martínez, alcalde de la localidad.

Cuando se puso en funcionamiento la zona industrial del alto Páramo, las solicitudes de empresas que querían asentarse en él fueron llegando. La crisis era algo lejano de los que algunos hablaban. Entonces apareció Vestas con sus líneas de ensamblaje de aerogeneradores y la promesa de revitalizar la zona creando empleo. De aquello hace ahora doce años. Algunos vieron en la factoría danesa una oportunidad de dar sus primeros pasos o de reengancharse al mercado laboral después de una tremenda crisis que dejó a muchos en la calle. Gente del Villadangos, pero también de los alrededores, a quienes se ofrecía una oportunidad laboral sin tener que dejar su pueblo y, sobre todo, su provincia. Entonces empezó una historia ilusionante que acaba con un final trágico, el de las más de 360 personas directas y alrededor de 3.000 contando los empleos indirectos cuyo modo de vida se lleva por delante el cierre total y definitivo de la fábrica.

Para el alcalde de Villadangos, un municipio de 1.200 habitantes, muchos de ellos vinculados laboralmente al polígono industrial, el anuncio del cierre ha sido un varapalo. “Estoy muy, muy preocupado”, asegura. La idea inicial del Ayuntamiento era hacer de la explanada que da la bienvenida al pueblo un medio para asentar población, “pero sólo conseguimos subir un diez por ciento”, explica el regidor. “Llevábamos dos años buenos, pero lo de Vestas ha sido un palo terrible”, expone.

Como muchos otros, a Teodoro Martínez la noticia le ha pillado por sorpresa. “Siempre vi a los daneses como gente con una cultura muy distinta a la nuestra, muy radicales y he visto cómo se cargaban a varios jefes sin miramientos”, asegura. La estrategia para anunciar el cierre después de recibir las subvenciones públicas le parece mal, “pero que se vayan a un país donde no se respetan los derechos de los trabajadores me parece todavía peor”.

"Me tengo que callar muchas cosas"

Asegura que le preocupaba que la empresa abriera tantas fábricas en otras partes del mundo, pero tampoco pensó en que los acontecimientos se precipitasen de esta forma. “Siempre se presentaban como líder en su sector, como todo un ejemplo”, recuerda ahora con un deje de decepción en su voz.

Martínez ha echado de menos una actuación más rápida por parte de las administraciones” a la hora de resolver un conflicto que empezó hace meses y ve como “un engaño” la oferta de Vestas de recolocar a algunos de los despedidos en otras empresas ubicadas en el polígono. “Es algo muy grave, es engañar a los trabajadores, ¿quiénes son ellos para hacer eso?”, se pregunta. Lo que si deja claro es que el consistorio “seguirá haciendo todo lo posible para que vengan más empresas y se cree empleo”.

El Ayuntamiento de Villadangos celebrará este viernes un pleno de apoyo a los trabajadores de Vestas, esa empresa que resultó no ser lo que parecía. “Me tengo que callar muchas cosas”, sentencia el alcalde.

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