Diario de León

«Reformar la Carta Magna exige la altura de miras del 78»

FAUSTINO SÁNCHEZ / SUBDELEGADO DEL GOBIERNO. Las charlas que organiza Diario de León para conmemorar los cuarenta años de vida de la Constitución de 1978 sentaron ayer a la mesa en su quinta entrega al subdelegado del Gobierno, Faustino Sánchez

El subdelegado del Gobierno, Faustino Sánchez,  con el director de Diario de León, Joaquín S. Torné, en las charlas sobre la Constitución.

El subdelegado del Gobierno, Faustino Sánchez, con el director de Diario de León, Joaquín S. Torné, en las charlas sobre la Constitución.

Publicado por
GEORGINO FERNÁNDEZ | LEÓN
León

Creado:

Actualizado:

Como profesional de la medicina y como político, Faustino Sánchez desgranó su particular visión de esta efeméride teniendo como ‘compañero de viaje’ al director de este periódico, Joaquín S. Torné. Primero con un salto atrás en el tiempo para recordar que hacía él en aquel lejano 6 de diciembre y luego para coger velocidad hasta situarse en el momento actual cuando las voces que urgen una reforma de la Carta Magna son cada vez más intensas.

—Este es un momento para sentirnos orgullosos pero ¿cuál fue la vivencia que tuvo usted en aquella época y especialmente en los momentos posteriores recordando la democracia incipiente de los años que siguieron a su aprobación?

—En el 78 estaba estudiando en la Facultad de Medicina de la Universidad de Oviedo. En aquella época en la Universidad había una efervescencia enorme. Había un deseo irrefrenable de cambio, de parecernos a los países más avanzados de Europa y por tanto abogábamos por ser como los demás, no mantenernos en el ostracismo. Pero había también otra realidad, la generación de nuestros padres que habían sufrido la guerra civil y la posguerra, pero que por las condiciones tan difíciles en las que habían vivido tenían reparo o miedo por lo que habían vivido y no querían que se repitiera lo que desgraciadamente les había tocado a ellos. Entonces convivían esos dos sentimientos: por un lado esos miedos, esas reticencias y por otro nuestras ganas de ir a una sociedad democrática. Yo creo que se consiguió tener el coraje para decir: hay que ir para adelante, hay que luchar y hay que conseguir un consenso mayoritario para cambiar las cosas.

—Esa es una visión desde la perspectiva del pasado ¿y desde la perspectiva del presente cómo se ve ese momento en el que los padres de la Constitución fueron capaces de llegar a un consenso que por lo que vemos ahora parece imposible?

—Claro... ese fue el mérito fundamental: tuvieron las miras suficientes, y esto es lo importante de la Transición, el consenso, pa llegar a un acuerdo y a un pacto entre adversarios que procedían de diferentes posiciones. Los había próximos al régimen dictatorial en unos casos pero tenían claro que había que evolucionar y que desaparecido Franco, España tenía que ir hacia adelante y asentarse entre los países democráticos. Y por otro lado estaban los perdedores de la guerra pero que también tenían claro que era preciso construir un régimen democrático y que no se debía repetir lo que sucedió antes. Fueron capaces de definir ese objetivo. de sentarse, dialogar y encontrar un marco en el que todos pudiéramos sentirnos a gusto. Todos tuvieron que ceder muchísimo.

—¿Y esas voces que ahora minusvaloran la Transición?

—Ahora algunos dicen que en la Transición se cedió mucho. Yo creo que no, se consiguió encontrar un marco en el que cada opción política pudiera desarrollar su labor sin considerar al otro un enemigo sino un adversario, consiguieron aceptarse y que la mayoría no aplastara a la minoría. Consiguieron un Estado con libertad, igualdad, separación de poderes, desarrollo económico y social y el respeto a las singularidades territoriales. Fue una gran obra.

—En aquel momento fueron capaces de llegar a aquella concordia, pero ¿en este momento cree que hay políticos con la misma capacidad para llegar a acuerdos, a grandes acuerdos de Estado como fue aquel? Posiblemente no haga falta una nueva Constitución pero sí reformar algunos aspectos de la actual. En definitiva ¿el escenario político actual permitiría repetir una escena similar?

—Realmente en este momento no veo yo que se de esa situación. Y una altura de miras como la que hubo en el 78 sería imprescindible para abordar una reforma constitucional. Pero no seamos tan pesimistas; con la Constitución actual se han superado crisis importantes y se han salvado como el golpe de Estado del 23F, la lacra terrible del terrorismo o más recientemente la crisis de la Corona y ahora se está intentando abordar el problema territorial de Cataluña.

—El artículo 43 de la Constitución reconoce el derecho a la salvaguarda y protección de la salud. Desde su punto de vista como médico, ¿cree que las administraciones están aplicando lo que recoge la Constitución para garantizar la Sanidad de la población?

—Hay diferentes aspectos que yo creo que deberían recogerse más intensamente en la Constitución pero fundamentalmente el 43 que habla de la protección a la salud ha permitido que en 1986 se publicara la Ley General de Sanidad. Esa ley fue un hito primero para crear el sistema público de salud y luego para el desarrollo de lo que es hoy el sistema sanitario público español, envidiado por muchos países. Permitió también descentralizar totalmente la Sanidad porque la gestión de la Sanidad es competencia de las Comunidades Autónomas y luego está el Consejo Interterritorial que ese sí que creo que debería dotarse de mayor capacidad porque hay eslabones que es preciso engrasar mejor. Creo que la Constitución debería blindar varios aspectos como la homogeneización del sistema público; es decir, las prestaciones del sistema público deben ser similares en todo el país. Por otro lado otro punto que tiene que quedar claro es que hay que conseguir una suficiente financiación. Debe ser sostenible pero hay que conseguir medios para que eso se pueda llevar a cabo.

—En estas conversaciones hemos preguntado reiteradamente por la Educación y la Sanidad, dos pilares básicos pero que tal vez no lo sean en todos los sitios. ¿Deberíamos retrotraernos a 25 años atrás cuando las competencias en Sanidad no las tenía ninguna comunidad autónoma?

—Yo no soy partidario de recentralizar. Sí lo soy de coordinar y de que el Estado ejerza esa labor de coordinación. Estamos en un estado de las autonomías y la asistencia sanitaria es tan ingente y tan enorme que difícilmente una acción centralizadora podría abarcar todo lo que conlleva la asistencia sanitaria.

— ¿La Sanidad para los extranjeros debe ser universal o deberían haber unos mecanismos de control? Y al hilo de esta pregunta le hago otra ¿la Sanidad en una provincia como León es la misma? y lo pregunto recordando que aquí deberíamos estar muy preocupados por la despoblación y por la falta de servicios básicos en los núcleos rurales?

— La crisis provocó limitaciones en muchos servicios y los sanitarios no fueron una excepción pero con el nuevo decreto que ha publicado este año el Gobierno establece la universalización de la asistencia sanitaria para todas las personas. Yo creo que no se debe dejar a nadie atrás pero tampoco se debe ser ingenuo porque no nos sobra dinero. Esa universalización está bien pero impidiendo lo que se ha denominado como turismo sanitario. Pare entendernos, si un ciudadano sueco está en España y paseando por Benidorm tiene una fractura de cadera aquí se le operará pero esa asistencia sanitaria será factura a su país. Pero a la vez no podríamos mirar para otro lado ante un enfermo de ébola.

— León...

— Bien, pasando a ese segundo punto que me plantea de la sanidad rural esta es una materia transferida y que por tanto corresponde a las comunidades autónomas. Pero lo que es obvio es que hay una crisis de medios, no hay médicos. Y aquí es donde tenemos que hacer una reflexión porque eso conlleva a una situación compleja porque todos los ciudadanos vivan donde vivan tienen derecho a una asistencia sanitaria.

— Abordar esa situación ¿va a conllevar entonces algún cambio o modificación?

— Pues probablemente sí y aquí doy una opinión personal como profesional de la salud. Yo creo que eso debe cambiar y no sólo en Castilla y León sino en el conjunto del país. Hace falta un replanteamiento de esa situación. Hay que fomentar al médico de familia porque, en general, en el sistema de salud ha sido una figura maltratada. La mayoría de los estudiantes cuando están haciendo el MIR intentan acceder a otras especialidades porque consideran que van a estar mejor tratados. El médico de familia no puede estar haciendo su consulta y la de varios de sus compañeros. Tiene que recorrer en las zonas rurales una zona amplísima de territorio para dar asistencia; es decir son unos profesiones a los que hay que mimar. Es preciso estimular que los estudiantes de medicina cuando terminan la carrera quieran ir a hacer esa especialidad. Hoy día es la última especialidad que eligen y hay que cambiar esa tendencia.

—Es algo absolutamente necesario, sin duda, pero ¿nos podemos permitir canalizar todos los recursos económicos para dar un impulso a la medicina rural?

—Hasta ahora con la crisis, se retrotrajeron las partidas de casi todo. Nos ha tocado a todos apretarnos el cinturón y diría más: los trabajadores del sector sanitario se han comportado de una forma ejemplar a pesar de que también les han tocado las restricciones retributivas. No ha sido el capítulo retributivo lo que ellos más han sentido. Evidentemente a nadie le gusta que le bajen el sueldo, a todos nos gusta que nos lo suban. Pero lo más importante es que ellos exigen que haya un reconocimiento profesional.

—Ponga un ejemplo preciso.

—Por ejemplo no es de recibo que tengan que utilizar su coche particular para realizar su trabajo. Durante las horas de consulta los médicos y enfermeros cuando acuden al consultorio o tienen que asistir a alguien en su domicilio lo hacen con sus propios coches. Es decir, no estoy hablando únicamente de un incremento retributivo, que también, sino de otras cosas cuyo reconocimiento es fundamental. Hay también un asunto que es importante y que me gustaría tocar. Hemos entrado en una espiral en cuanto a asistencia sanitaria: los ciudadanos necesitan servicio pero muchas veces no se les puede dar de forma adecuada. Y aquí es cuando empieza el bucle de quejas y de protestas y claro el ciudadano a quien tiene como inmediato para descargar su enfado es al profesional sanitario, no tiene al subdelegado del Gobierno. Y en ese sentido se sienten un poco mártires de este tipo de situaciones.

—Otra de las facetas que tiene el subdelegado es el de sindicalista, ¿cómo compagina eso y al hilo de sus reponsabilidades, cómo se conjugan un derecho reconocidos en la Constitución como es el derecho a la huelga y el de los ciudadanos de a pie a no ver interrumpida su vida normal? Convendremos que en León esto no ocurre con mucha intensidad, pero otras ciudades se han convertido ya prácticamente en ‘manifestódromos’.

—(Sonríe antes de dar su respuesta) Voy a empezar contestando con una anécdota. La tarde anterior a que yo fuera propuesto como subdelegado del Gobierno estuve en las puertas de la Subdelegación con un pancarta reclamando cuestiones a un grupo de trabajadoras. Vamos a ver, los trabajadores, las empresas, los sindicatos se les considera pilares básicos del sistema y hay una serie de artículos referidos a ellos. Por tanto es fundamental proteger tanto a las organizaciones empresariales como sindicales. Por eso, y ahora hablo como sindicalista, el derecho de los trabajadores a defender sus condiciones laborales es algo incuestionable. Luego, los empresarios deben ganar dinero evidentemente porque para eso han arriesgado su dinero y han puesto en la empresa su esfuerzo pero también debe interesarle para conseguir esos objetivos tener unas buenas relaciones con sus trabajadores. Y añado: un buen sindicalista es aquel que no intenta destruir a la empresa sino el que transmite al empresario que está bien que gane dinero pero refluyendo parte de esas ganancias a los trabajadores.

—¿En el momento actual juzga importante la labor de los sindicatos en la sociedad?

—Sí, y ahí tenemos el ejemplo de Vestas para ilustrarlo. Si no hubiera sido porque los sindicatos hicieron una inmensa labor reivindicativa y de movilización social que realizaron tal vez no se hubiera conseguido. Nos pusieron las pilas a todos, la sociedad fue un clamor en aquella manifestación por la continuidad de Vestas. Y también a las administraciones, a todos.

—Pero ahí había un caldo de cultivo tal vez más importante que el propio Vestas. ¿Coincide en que en los últimos dos o tres meses la sociedad leonesa ha llegado a un hartazgo enorme por el miedo a convertirnos en un erial y por eso Vestas fue la punta del iceberg de ese sentimiento?

—Hay varios factores que han llevado a este desenlace positivo. Primero, hubo que crear un un ambiente social que arrastrase y eso no se consigue de la noche a la mañana. Hubo desde mi punto de vista un aspecto fundamental porque si bien es cierto que hasta julio la empresa no dijo que iba a hacer un ERE extintivo, hubo un punto que movilizó a la sociedad leonesa: fue la deslocalización. Hablamos de una empresa multinacional que ella misma afirma que tiene en León una de sus empresas más eficientes con la que además ganaba dinero. Y resulta que a pesar de eso se marcha...entonces eso hizo reaccionar a la sociedad leonesa.

—Al hilo del derecho de huelga y de manifestación, hay un tema de actualidad que son los escraches que yo particularmente no defiendo, ¿cómo los ve?

—Coincido con usted, yo tampoco los comparto, Los escraches no dejan de ser un fallo del Estado de Derecho. Dan pie a situaciones lamentables, que no son admisibles ni siquiera aplicables a quienes hayan cometido los mayores delitos. Nuestra obligación como sociedad es ponerlos ante la ley y punto. Soy sindicalista pero no partidario del escrache.

—Al hablar de la Constitución se habla mucho de los derechos pero poco de obligaciones...

—Los deberes deben ser una labor formativa. Todos queremos el máximo de prestaciones pero a la par hay que procurar los recursos económicos, que no se nos desmadre el gasto, etc.

—Hablando de la reforma de la Constitución, hay aspectos como los derechos de la mujer que se deberían abordar, las nuevas tecnologías, el acoso a los niños... ¿qué aspectos cree que deberían incluirse en el futuro?

—El tema de la mujer es evidente. En la Constitución aparece solamente dos veces; una en el artículo que habla sobre el matrimonio y otra en el título de la Corona. Llevamos 40 años de Constitución y el tema de la igualdad de sexos en un tema que se debería abordar y ahí sí estamos fallando. Es cierto que se están consiguiendo avances pero con demasiada lentitud.

—¿Y otros aspectos?

—A mi partido le gustaría una implicación más intensa de España en la Unión Europea y hay que abordar sobre todo la crisis territorial que tenemos con Cataluña. Pero vuelvo al principio: no se puede abordar una reforma constitucional sin consenso y sobre todo sin la altura de miras que hubo en el 78, eso es algo esencial.

tracking