Las renuncias a las herencias se triplican por la crisis y la alta tributación

p. infiesta | león

Heredar puede convertirse en una auténtica faena, sobre todo, si llega envenenada con más deudas que activos. Una situación que se ha visto agravada con la crisis, según los expertos, y que ha ido disparando el número de renuncias al legado familiar en la provincia desde hace una década. De hecho y según los datos facilitados por el Consejo General del Notariado, el año pasado se produjeron 648 desestimientos de las 5.200 herencias que llegaron a los despachos de los notarios, lo que representa un 12,4%, frente al 3,9% que lo hacía en 2008. Este año se mantiene la tónica, con 475 renuncias contabilizadas hasta el tercer trimestre.

El presidente del Colegio de Notarios de Castilla y León, José Ángel Tahoces, ha constatado que las razones económicas motivan el mayor número de renuncias. «No existe caudal repartible, sino deudas, y la gente prefiere renunciar y no asumir las cargas», explica. A la hora de rechazar una herencia también aprecia que pesan otros dos supuestos: la fiscalidad, sobre todo, en el caso de herederos colaterales, y el criterio de liberalidad.

Los castellanos y leoneses pagan más impuestos que en la inmensa mayoría de las comunidades. Si se trata de la herencia recibida de un familiar directo, solo en Aragón y en Asturias tributarían más, mientras en el resto de autonomías resultaría más barato. Para las donaciones, el coste fiscal de recibirla se alza al segundo puesto de España tras Andalucía.

Traduciéndolo a un ejemplo, un leonés soltero de 30 años que hereda de sus padres bienes valorados en 800.000 euros, que incluyen una vivienda de 200.000, pagaría 81.018 euros en la comunidad, nada en Madrid, más en Aragón y Asturias y menos en el resto de autonomías.

El principio general es que el impuesto varía en función del parentesco y la cuantía. Cuanto más próximo es el parentesco, más bajo es el tipo a aplicar. Si se aleja, se recurre a unos coeficientes multiplicadores. Respecto a la cuantía, el tipo es progresivo y, desde este año, quedan exentas las que no superan los 400.000 euros. Así que en la práctica, la mayoría de las herencias actuales de primera línea (de padres a hijos y abuelos) no pagan.

¿Por qué? Porque el mayor número de los legados pertenecen a familias de clase media que no suelen superar esos 400.000 euros para cada hijo. «Poseer un caudal hereditario superior a esa cuantía se ha convertido, tras la crisis, en una excepción», reconoce Tahoces. Además, las grandes fortunas se han diluido u optan por firmarse fuera de Castilla y León, como ocurrió con el patrimonio que el magnate cervecero Antonino Fernández legó a sus familiares de diferente grado y conocidos.

Dato que corrobora la consejería de Economía y Hacienda, al indicar que el 80% de las autoliquidaciones presentadas por los leoneses que recibieron una herencia resultaron exentas de tributar el Impuesto de Sucesiones.

En total el importe del impuesto sobre las sucesiones que ingresa la comunidad ascendió a 32,58 millones de euros. En cuanto al criterio de liberalidad, el desestimiento se produce porque uno de los herederos renuncia en favor de los otros. Un regalo que está «exento, siempre que se efectúe dentro del periodo de liquidación del impuesto, sino se consideraría donación», matiza Tahoces. La ley establece un orden de herederos legales. Hijos, padres, cónyuge, hermanos, hijos de hermanos hasta cuarto grado... Fuera de ese grupo de familiares, quien hereda es el Estado en Castilla y León (en otras autonomías hereda la comunidad), y lo hace a beneficio de inventario, una especie de concurso, donde se llama a los acreedores y se reparte lo que hay. La renuncia debe efectuarse en escritura pública.