Inmediato punto y final tras cinco años de obras

La intervención en torno al ferrocarril en el interior de la capital leonesa está a punto de bajar el telón; las relación entre raíles, con el túnel y el pasaje subterráneo que da acceso a los nuevos andenes y el paso del tren entre muros, la estación pasante, los más de mil metros afectados por la nueva hilera que integra el trazado ferroviario.

También la zona exterior del pasillo, que marca el despliegue lineal de una valla que no acaba de tener toda la aceptación vecinal en la zona del Crucero. La periferia se ha adecentado hasta el límite de Gómez Salazar; se despejaron los viejos andenes, la zona de los muelles del área de mercancías, la cobertura de los hangares, techados de piezas de uralitas. Ese escenario de reconversión ferroviaria acabó con las actuaciones exteriores, en una parcela en la que se han salvado (de momento) como legado del pasado floreciente del ferrocarril leonés los edificios de las oficinas sindicales, los dormitorios de los maquinistas de los primeros maquinistas de la compañía de los Caminos de Hierro del Norte.

En pocos días, antes de que acabe el año, se prevé la finalización total de las actuaciones de obra, ahora centrada en ese acondicionamiento exterior que los residentes en este vecindario temían que se convirtiera en otra brecha de la vía del tren, como aquella que condicionó el futuro del barrio.