Diario de León
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Llevado de una inquieta y ambiciosa personalidad, García de Paredes se enrolaría en los ejércitos imperiales españoles que combatían en las sangrientas campañas que se desarrollaban por entonces en Italia. Tras desembarcar en Nápoles, el trujillano participó en distintas batallas que ya han pasado a los anales de las mayores glorias militares hispanas. No hay más que citar los históricos nombres de Barletta o Ceriñola, campos donde se vivieron fabulosas hazañas. A las órdenes de Gonzalo de Córdoba, teórico de las más modernas estrategias militares, perpetuadas casi hasta nuestros días, García de Paredes participó personalmente en infinidad de aquellos duelos y lances a los que tan aficionados eran los puntillosos caballeros de la época, capaces de dejarse matar antes de flaquear. Así, el 20 de septiembre de 1502 tomaba parte, en la villa de Trane, en el desafío que enfrentó a once franceses contra otros tantos españoles. Herido en la cabeza por tres veces, rota la espada y muerto su caballo, García de Paredes acabaría el episodio bélico arrojando al enemigo las piedras que delimitaban el palenque. Una gesto que hizo correr su nombre entre los soldados españoles, maravillados de la fuerza física del extremeño. También muy recordado fue el desafío entablado en la localidad de Barletta el 13 de febrero de 1503, que opuso a trece caballeros franceses contra trece italianos que estaban al servicio del Ejército español. Allí se celebraría el memorable duelo entre los capitanes Sotomayor y Bayardo, juzgado según los cánones militares por García de Paredes. En fin, a base de sudores y hazañas legendarias, el capitán extremeño se ganaría una heroica reputación hasta el momento de su muerte, acontecida en Bolonia el año 1533. Posteriormente sus restos mortales fueron repatriados a su Trujillo natal.

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