Diario de León

La víctima, uno de los mayores criminales del país, cumplía condena por 16 homicidios

Un leonés mata en la cárcel de Topas al "asesino de ancianas"

Un leonés, que atiende a las iniciales E.V.G., y otro interno coruñés, D.R.O., atacaron con arma blanca en el patio de la prisión de Topas (Salamanca) al reo J

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Agencias - SALAMANCA.
León

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Los funcionarios de la prisión acudieron inmediatamente a ayudar a la víctima, pero yacía muerta, y consiguieron reducir a los reclusos que entregaron su arma. Uno de los presuntos asesinos, el leonés que atiende a las iniciales E.V.G., cumple condena por delitos de robo con lesiones. Este interno ya había protagonizado una fuga espectacular en el año 2000 cuando era trasladado por la Guardia Civil a los juzgados salmantinos. Antes de ingresar en el centro penintenciario salmantino había cumplido condena en la cárcel de Palencia. Entonces se encontraba en régimen especial. El segundo de los presuntos agresores, D.R.O., cumple condena por lesiones. José Antonio Rodríguez Vega, más conocido como «El asesino de ancianas», figura en la crónica negra como uno de los mayores asesinos en serie de la historia de España, con dieciséis homicidios cometidos en apenas dos años, de 1987 a 1988. Rodríguez Vera, de 45 años, un albañil de aspecto amable y educado, horrorizó a la sociedad española desde el mismo día en que la Policía dio con él, el 19 de mayo de 1988, cuando lo detuvo como presunto autor del asesinato de tres viudas que vivían solas. Ese día se confesó autor no sólo de esos tres asesinatos, sino de otros seis más. Después, los objetos encontrados en su casa permitieron demostrar que había matado a otras siete ancianas, cuya muerte había sido atribuida inicialmente a causas naturales. Crímenes de horror Rodríguez Vera no sólo asfixió a las mujeres de 61 a 93 años de edad que le habían abierto la puerta de su casa tomándole por un vendedor o por un albañil que les ofrecía sus servicios, sino que abusó sexualmente de nueve de ellas y robó sus objetos personales. Cuando al comenzar el juicio el fiscal le preguntó en la Audiencia de Cantabria por el motivo de los crímenes que reconocía abiertamente, dijo: «Pagaron justas por pecadoras». Su explicación fue que sus víctimas le recordaban a dos de las personas que más odiaba: su madre y su suegra, a las que calificó de «sinvergüenzas y de veneno». «Cuando las recordaba me entraba una especie de excitación de venganza inconsciente, de agresividad pensando en todo lo que me habían hecho. Tenía un temblor y escalofríos y me sentía llevado», relató al tribunal. «Desgraciadamente han pagado estas estimadas señoras», apostilló, para después exponer a la sala episodios de su turbulenta infancia, como la atracción que sentía por su madre o su primera experiencia sexual, cuando era un niño de ocho años, con una viuda de 50. La Audiencia de Cantabria lo condenó a 440 años de cárcel por 16 asesinatos, nueve delitos de abusos deshonestos y seis hurtos. Al conocerse esta sentencia, el entonces fiscal jefe de Cantabria, Lucio Valcarce, se lamentó de que el Código Penal español fuera «tan benigno», porque, argumentaba, cumplidos 30 años Rodríguez Vera podría salir en libertad y volver a matar. La sentencia no fue la primera condena en el historial de José Antonio Rodríguez Vega.

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