Diario de León

El IPC prosigue su escalada loca en León y se desboca ya hasta el 13,7%

Vivienda, alimentación, vestido y calzado o transporte son los causantes fundamentales

León

Creado:

Actualizado:

La ascensión imparable del IPC en la provincia de León editó en julio otro capítulo de la escalada sin precedentes que padecen los precios. Los bolsillos de los leoneses se resienten por culpa de la alimentación (14,1%), el transporte (10,8%) y el vestido y el calzado (10,8%) que dejan el Índice de Precios al Consumo un 13,7% más alto que en julio del año pasado. Es como volver a mediados de la década de los 80, pero en presente.

Los precios están más altos cada mes. La tasa de inflación leonesa es más alta que la nacional, que se queda en el 10,8%, su mayor registro desde septiembre de 1984, hace 38 años. Supone seis décimas más que el mes anterior y se debe, fundamentalmente, al encarecimiento de la luz y de los productos de la cesta de la compra, lo que complica aún más la economía de miles de familias.

Los alimentos crecieron en el precio un 1,2% y se colocan ya en niveles un 14,1% más altos que el año pasado. El alcohol y el tabaco aumentaron el ticket de pago en un 1,1% y ya cuestan un 3,5% más que antes. El vestido y el calzado crecieron un 8,9% y acumulan una subida del 10,8%. La electricidad se va al 19,5% de aumento de precio porque el mes pasado subió otro 1,4%. Los muebles crecen en la factura un 7,2% después de subir casi una décima más, los restaurantes cuestan ya un 8,9% más que en 2021... y con todo esto, la subida no es realmente verdadera porque en el cómputo global cayó un 0,2%.

Aunque los carburantes bajan de precio en términos nacionales respecto a junio, este descenso no ha compensado en la tasa de inflación subidas tales como el 41% en los productos energéticos respecto a julio de hace un año, o de más del 20% en alimentos básicos de la cesta de la compra como los cereales, los huevos o la leche.

La inflación en España se afianza en los dos dígitos y encadena tres meses consecutivos de ascensos después de que en abril se moderara 1,5 puntos de golpe, hasta el 8,3%. Pero solo fue un espejismo. En mayo escaló hasta el 8,7% y en junio alcanzó el 10,2%, pese a la puesta en marcha del tope al gas y al resto de nuevas iniciativas del Ejecutivo para intentar contenerla.

Ya ningún organismo se atreve a hablar de una inflación transitoria ni a echar la culpa a la energía y a los combustibles. Lo que comenzó siendo un encarecimiento de la electricidad hace ya más de un año se ha contagiado a todos los sectores de la actividad, en particular a los alimentos, lo que tiene graves consecuencias para el poder adquisitivo de las familias, que ven con preocupación cómo sube de precio su cesta de la compra.

Lo indica la tasa de inflación subyacente (que no tiene en cuenta alimentos frescos ni energía, los elementos más volátiles), que también ha aumentado seis décimas en julio hasta situarse en el 6,1%, la más alta desde enero de 1993.

En comparación con los precios que teníamos en julio del año pasado, los carburantes se han encarecido un 34% (aunque bajan un 2% desde junio), los productos energéticos un 41,4% y la calefacción un 44%. Por el lado de la alimentación la situación es alarmante. Productos tan básicos de la cesta de la compra como el aceite registra un alza del 28,6% en un año, los huevos y la leche un 22,5%, los cereales un 20% o el pan casi un 15%.

En doble dígito está también la carne de pollo (16,3% más cara que hace un año), el pescado (11,4%), la carne de vacuno (14,5%), la fruta (15%), las legumbres (15,5%), las patatas (13,5%) o el café y cacao (12%).

tracking