Diario de León

Tribunales

El relato de la brutalidad del crimen en Obispo Almarcha define el primer día del juicio

El procesado «causó a la víctima un dolor innecesario y horrible»

El procesado, en un momento de la vista celebrada ayer en la Audiencia. RAMIRO

León

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Durante la declaración del hijo mayor de la víctima el investigado llegó a cubrirse los ojos

El testimonio de los hijos de la fallecida sobrecogió ayer a la concurrencia citada en la sala de vistas secundaria de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial, donde ayer comenzó el juicio por el sistema del Tribunal del Jurado contra el acusado del crimen de la calle Obispo Almarcha.

«No sabíamos nada de mi madre y fui al piso porque no abría. Entré y no contestaba, vi una mancha de sangre en el pasillo y me puse muy nervioso. Encendí la luz, solo se le veían los pies. Estaba alrededor de un charco de sangre enorme, ¡me dio un pinchazo en el corazón!», dijo con lágrimas en los ojos. «¡No daba crédito, no daba crédito!». Siguió el relato estremecedor: «Tenía los ojos abiertos y un agujero en el pómulo», aseguró. El acusado se cubrió parte de la cara con las manos en ese momento. «La dejaron tirada como a un perro», protestó el hijo mayor.

El relato de las partes personadas en la causa había abierto antes el juicio por la muerte violenta de una mujer en un piso de la calle Obispo Almarcha, que comenzó este lunes en la abrió la vista. Todos los abogados consideraron que el investigado acabó con la vida de la víctima porque iba a ser desahuciado por falta de pago. «Causó a la víctima un dolor innecesario y horrible».

Entre todos los testimonios, sobresalió el del vástago mayor de la finada. «No me salían las palabras cuando llamé a la Policía. ¡Venid, por favor, venid por favor!», les dijo. «Se me hizo una eternidad, estaba más muerta que muerta...».

Prefirió no ver a la víctima en la camilla mortuoria: «Ya había visto bastante, no quería que la metieran en una bolsa». Fue uno de los relatos testificales más crudos que se han escuchado en los últimos años en la Audiencia Provincial. En la última parte del testimonio, incluso el sospechoso se llevó las manos a los ojos.

«Fui a su casa (la del investigado) para exigirle que se pusiera al día en los pagos. Estaba muy majo conmigo», dijo con ironía. «Siguió viviendo año y medio y le dije que se estaba aprovechando de la muerte de mi madre». El procesado tuvo con él «una actitud muy agresiva». Tuvo que decirle: «¡No te acerques a mí!».

«Mi madre tenía un pelo precioso, pero estaba todo ensangrentado», dijo el hijo mayor de la finada. «En la mano derecha tenía un anillo que brillaba mucho», recordó. Para abandonar la sala evitó mirar al procesado, sentado apenas a tres metros de él.

El otro hijo prestó también su relato. «Me llamó una vecina y pensábamos que era raro que mi madre tuviera la luz encendida tanto tiempo. Mi hermano se acercó y.....», dijo con lágrimas en los ojos. «Lo primero que pensé era que limpiando las cortinas se había caído. Cuando me contó mi hermano después cómo estaba, ya me di cuenta de que no». Calculó el hijo que «lo normal era que mi madre tuviera 10.000 euros en casa aquel día». El sospechoso está acusado de haberse llevado 3.000 y dejó supuestamente 2.000 más abandonados en la casa en su supuesta huida.

«La víctima no es un cadáver, era una persona» explicó la letrada del hijo mayor de la víctima. «Es quien se encontró a la fallecida». La abogada de la pareja de la finada pidió al jurado que no se deje llevar por «la apariencia frágil del sospechoso» que» hablará bajito y con la voz entrecortada» pero «solo pudo ser detenido por las novedosas técnicas de investigación de la Policía», porque «si no estaríamos buscando todavía».

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