Diario de León

Dos leoneses culminan un puzzle de 42.000 piezas, después de dos años de trabajo: «Al final es algo que te relaja»

Detalle de la obra en el que se aprecia la vistosidad de la composición y el colorido que acompaña a la imagen.

Detalle de la obra en el que se aprecia la vistosidad de la composición y el colorido que acompaña a la imagen.ÁNGELOPEZ

Miguel Ángel Zamora
León

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A la capacidad de soportar los vaivenes de la vida, le dicen paciencia. A la perseverancia de los ánimos para resolver los propósitos. la bautizaron como constancia. Pero a la decisión de comprar un puzzle de 42.000 piezas y ponerse a armarlo, no se le conoce definición que valga. Arrestos sí. muchos.

Los que les sobran a Alejandro Martínez y Jenny Sánchez, dos leoneses afincados a la vera del Órbigo (a la altura de Santa Marina del Rey), que una buena mañana se embarcaron en la aventura de los rompecabezas y no reventaron el alma por poco.

«Si hay un mérito es el suyo», dice ella. «Yo no lo hubiera acabado en cien años». «Lo hacía a ratos libres», justifica él. «Me relaja, es como entrar en otra dimensión y disfrutar».

La obra se encuentra depositada en Autismo León.

La obra se encuentra depositada en Autismo León.ÁNGELOPEZ

Para poder escenificar la obra debidamente, Alejandro necesitaba una buena superficie. Y grande. Alrededor de los siete metros de longitud y casi dos de altura. «Cuando vino el puzzle era un cajón así de grande», señala con los brazos abiertos. Es el responsable de las tareas de mantenimiento del Centro de Autismo León y en la inmensidad de sus instalaciones encontró una superficie donde su obra tomó volumen.

Lo más complicado «es seleccionar las piezas». Hay que hacer un casting previo para descartar una parte y en el particular tetris a la antigua que es un juego de mesa de este tipo, el reloj se detiene. Fueron dos años de pelea contra el tiempo y contra el espacio.

Alumnos del centro contemplan el resultado final.

Alumnos del centro contemplan el resultado final.ÁNGELOPEZ

La obra representa más de un centenar de edificios célebres del mundo entero y motivos diversos relacionados con la iconografía popular más variopinta. El puente de San Francisco, la Ópera de Sydney, la Torre Eifeel y decenas de decenas más de grandes obras.

«Hay uno de 66.000 piezas por ahí que ya le hemos echado el ojo», bromea él y sonríe ella. No están muy por la labor porque los quehaceres diarios también queman energías.

No hay una técnica específica para chapotear en un mar de piezas que encajan en el espacio pero no en el tiempo. Natural. Si fuera sencillo no sería noticia. A veces en el pecado va la penitencia. «Tienes que tener un poco de intuición, no puedes empezar por el cielo, porque todos son iguales», insiste Alejandro.

Es una mañana serena y apacible. No hay mucha algarabía cuando los alumnos del Centro de Autismo salen a disfrutar. Sea maldito el demonio que no llegó a quebrar sus mentes, pero sí las desencajó. Hay piezas de difícil ensamble en el puzzle de la vida.

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