Diario de León

Las deficiencias han completado el ciclo de las filtraciones por goteras a la laguna en los andenes

El agua en las vías consolida las taras de la estación de León que nació provisional

Crecen las críticas por las deficiencias del enclave que era solución temporal al fondo de saco

Vista de la laguna sobre las vías en la estación pasante.

Publicado por
L. Urdiales
León

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En un momento de declive, León consolida como permanente una estación que nació provisional. Los acontecimientos se solapan en el inventario de un enclave que se proyectó como una solución temporal a los vaivenes de las soluciones al tráfico ferroviario cuando el presupuesto no bastaba para atender las necesidades de un enclave como León, cuando León estaba aún en la parte noble de la estructura del ferrocarril español. Ya no. Se aprecia con la falta de recursos para evitar las consecuencias de las imprevisiones que fluyen. 

La de la estación pasante de León que abrió la tercera semana de enero es un ejemplo. Agua entre raíles y traviesas, una laguna para reflejar la luz de neón de los andenes del subterráneo que reabrió el paso de los trenes al norte, y se clavan como luna llena en el remanso de la vía 11. Agua. Un pozo con su brocal, mientras el pasaje espera paciente el tren en los andenes a los que se accede por un sistema de boca de metro, o similar. En la inclinación de esa escalera mecánica se centran una parte de las críticas que recoge el bloc de quejas del usuario, confundido por el envoltorio estructural de acceso a un tren en una plaza en la que los pasillos exageran las apreturas. Lo que pasa en la estación no es ajeno a la agenda de los partidos políticos leoneses; la UPL lidera las intervenciones por esta causa ferroviaria de la fórmula inesperada que ha llevado a consolidar una estación de tren que se planteó para un par de años; y, sin embargo, ahí sigue mientras amplía el horizonte de hitos; el Alvia, el Ave, el Avril; el fondo de saco. La marcha atrás.

Ahí donde aflora el agua es ya la segunda fase, la segunda entrega, de un concepto que parecía liquidado desde el mismo momento en el que se ofreció como temporal. Primero, en perspectiva, parecía una nave del sector logístico; luego, tomó aire, y con las alas llegaron nuevas hechuras para el vestíbulo, que se disimula con acceso a andenes y pantallazos acristalados que hacen que la estancia simule ser el doble de lo que es. Otro placebo para el paciente, que es el pasajero.

En estos tres lustros, a la estación de tren de León que se consolida como alternativa de la solución temporal para la que fue planteada se le acumulan los sucesos: de las goteras del techo que obligaban a colocar calderos en el suelo de la recepción para recoger la lluvia de un tejado sin caída, al manantial que salpican los rodalíes entre ejes no pasan más que media docena de años de diferencia; cuando la ciudad comenzó a asumir que la temporalidad era otra distracción ya estaba en marcha el andamiaje que estiró la fachada norte hacia el poniente. Y la visera de la marquesina colocada sobre los antiguos andenes de la vieja estación, a modo de museo conmemorativo de lo que no iba a volver a ser. Enfrente, resisten las carencias que tuvieron la excusa de la temporalidad. El andén más pequeño de todo el universo de la alta velocidad de España permanece intacto con vistas al aparcamiento que da vistas a la calle Sancho el Gordo.

No se conoce entre los emplazamientos a los que llega el AVE, el AVE del ancho internacional, un recorrido tan limitado y de unas prestaciones tan escasas para el viajero como el de la estación leonesa, que iba a ser para dos días, y ya salta entre dos décadas. No hay perspectivas para mejorar esta estructura, consolidada también con el cascarón, que termina por oficializar toda la secuencia que hasta hace nada amparaba una cafetería provisional, unos baños provisionales; hasta una sala de espera provisional. Los arcos de acceso al tren aportan otro capítulo de desengaño de la estación de Adif. Las quejas arreciaron cuando el Gobierno dio publicidad al desembolso de dinero que prepara para la estación de Valladolid. Los doscientos (200) millones en el Pisuerga agitan conciencias en el Bernesga, en una estructura que se empeña en declararse intermodal por la regla de tres bajo palio para que el viajero alcance la estación de bus, y viceversa. Hace ya más de tres años que la estación leonesa provisional es permanente.

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