Agua por un tubo

Agricultores de los Oteros y José Valín debatieron a pie de hidrante sobre las diferencias de criterio que separan a administración y campesinos en la forma de organización de la propiedad que se acompasa a los nuevos regadíos, o la modernización de estructuras de riego. El hidrante y sus posibilidades ocupó parte del cambio de impresiones en el sector ocho de la margen izquierda del Porma. Donde antes no cabía otra cosa que cereal de secano va a llegar el agua, con distribución automatizada. Será el primer ejemplo en la provincia de León de cómo el ordenador gestiona el riego. Agua por un tubo, no por un reguero. Pero el agricultor quiere rentabilidad en la operación; y no la ve, y así se lo dijo al consejero de Agricultura, si no se optimiza la salida de riego ni la organización de la propiedad. «Aquí ha habido gente que pidió reunificar en parcela única todas las tierras, y le han partido todas las parcelas en tres bloques, cada cual más alejado», protestó un campesino ante Valín. El consejero trató de explicar que nada se hace de forma caprichosa, que es difícil de enjugar la predilección de todos los administrados a los que afecta un reordenamiento de la propiedad. Lo que preocupa al regante es la rentabilidad. Y no la ve si, unido al amueblamiento de fincas, debe unir los gastos que supone el enganche al hidrante. Una toma de agua es capaz de alimentar de agua una masa de 14 hectáreas. Pero si en esa porción de terreno se han clasificado doce parcela, hay que hacer doce salidas y doce contadores. Una docena de gastos a mayores. Y el agricultor hace cuentas delante del hidrante y el reparto de propiedad que le ha tocado en suerte tras la reconcentración en los Oteros, y no encuentra motivos para morir de éxito por la llegada del agua.