Hecha la ley hecha la trampa

La muerte del pequeño de cuatro años cuando jugaba con una flecha, que presuntamente no cumplía la normativa de seguridad europea, ha levantado todas las alarmas. Hoy en día los juguetes ocupan un espacio muy importante en la vida de los niños. Desde su inocencia no son capaces de discernir la peligrosidad de todos los artilugios que les llegan a las manos. Los poderes públicos, conjuntamente con los padres y educadores, deben de posibilitar a la infancia la oportunidad de tener cerca juguetes seguros, que se adecuen a la edad y al espacio donde los pequeños los pongan en uso. Los fabricantes tienen que cumplir las normas de seguridad que marca la Unión Europea, para asegurar la calidad del producto, pero sin olvidar los parámetros estéticos para que el juguete resulte atractivo, en esta combinación reside la clave del éxito. Hay que tener en cuenta, que aunque se cumpla la ley muchos de los objetos que llegan a las manos de los jóvenes pueden tener un uso imprevisible, ajeno al que tenía en un principio, y convertirse en un instrumento peligroso para su integridad física. Cualquier actividad que desarrollen los niños es una nueva aventura para ellos, no exenta de una pequeña dosis de riesgo. Los requisitos mínimos que tienen que cumplir los juguetes, para que puedan comercializarse sin riesgos, vienen delimitados por la norma europea, que comprende las obligaciones que tienen que seguir los fabricantes. El nivel de seguridad de los productos que hay en el mercado se establece teniendo en cuenta la utilización que se va a hacer de éstos y el uso previsible con respecto al comportamiento habitual de los niños, que normalmente carecen de la diligencia media que pueden tener los adultos. La marca CE garantiza la seguridad del producto, ya que determina la conformidad con la norma establecida. El fabricante o su representante en la UE están oligados a su colocación. Esta seña de identidad deberá ir, por regla general, colocada de forma visible, legible e indeleble, bien sobre el propio producto o bien sobre el envase. Además, estos instrumentos, fabricados para divertir, no pueden implicar riegos para la salud de sus destinatarios, por eso deben de ir acompañados de las advertencias que sean necesarias para reducir el peligro que pueda entrañar su uso. Aquellos productos que no pasen por los controles y por lo tanto no presenten estas garantías de seguridad tienen que ser pasto de las autoridades competentes. Hay que hacer todo lo posible para retirarlos del mercado, para que nunca más se vuelva a producir otro suceso como el del pequeño de cuatro años, al que un juguete le sesgo la vida, cuando sólo tenía que divertirle.