Diario de León

| Reportaje | El último adiós |

... y les despidieron juntos

Julia Alonso y Antonio Marcos recibieron el último adiós ayer por la tarde en la parroquia de Carrizo; el acto estuvo presidido por un clima de completa armonía entre las dos familias

Publicado por
D. López - carrizo de la ribera
León

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Lo que muchos tachaban de osadía -convocando malos augurios para un día que ya de por sí se presentaba apto para pocas licencias-, no fue tal. Desde que se supo la noticia de que el funeral sería conjunto hubo quien quiso vaticinar que saltarían chispas entre una y otra parte de la familia pero lo cierto es que la armonía presidió el comportamiento de las dos partes, que dieron una lección de compostura y conducta a todos los que en la víspera habían dudado de ello. El dolor, en estos casos, es incuantificable, y nadie mejor que los familiares podría matizarlo, por eso en estas líneas no se valorará, por respeto a la familia. A las 17.00 horas, previo tañir de campanas, dio comienzo la misa funeral para despedir conjuntamente a Antonio Marcos y a Julia Alonso. La decisión expresa de la familia de la víctima de realizar un funeral conjunto sorprendió en la víspera pero se demostró acertada pues deja en muy buen lugar el nombre de ambas familias, que asistieron con entereza los oficios. El pueblo al completo se volcó en la despedida, unas mil personas abarrotaron la iglesia y los aledaños comentado en corrillos lo inesperado de los hechos. Los «nadie se lo podía imaginar» y «parece mentira que haya ocurrido aquí» se propagaron de grupo en grupo para ofrecer un panorama bastante elocuente de lo sucedido. La educación reinó, la mesura en los comentarios también, nadie levantó la voz en una jornada vestida de luto por las trágicas muertes de dos vecinos de Carrizo, máxime en las circunstancias en las que se dieron. Los dos coches fúnebres lucían parejos, el uno a un lado del otro, tal y como quisieron las familias. Tras una hora de misa los féretros abandonaron la parroquia para dirigirse al cementerio de Carrizo, a su paso un silencio, más que nunca sepulcral, acompañó a la comitiva. El pueblo de Carrizo de la Ribera se movilizó para despedir a los dos vecinos. Instantes antes del comienzo de la misa las calles que desembocaban en la plaza de la iglesia mostraban un reguero de gente en una sola dirección, lo mismo que la arteria principal del pueblo, en la que era visible el tránsito de vecinos y foráneos en dirección a la parroquia. El suceso que dividió dos vidas no ha sido capaz, visto lo visto, de dividir un pueblo.

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