Diario de León

El procesado niega los cargos: «No sé quién puede haber sido, pero desde luego yo no la maté»

«Llegó todo ensangrentado, me dijo lo que había hecho y me dejó helado»

El primer testigo, encarcelado como posible cómplice, inculpa en su versión al acusado

Fernando Otero

Fernando Otero

León

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El testigo inicial del juicio por el crimen de Astorga, un joven que también permaneció en prisión cuatro meses y medio, acusado de ser cómplice del presunto autor de los hechos, declaró ayer haberse quedado «helado» cuando el aludido regresó «completamente ensangrentado» de una cita con la víctima y le anunció: «La he matado, creo que la he matado». En su testimonio, recordó también haber visto el cadáver de la joven apenas a cinco metros del vehículo del supuesto autor del homicidio, pocos minutos después de los hechos, y confirmó que la barra de hierro con la que la policía sostiene que se cometió el crimen, estaba a menudo en el maletero del coche del muchacho al que se juzga. La Audiencia Provincial escenificó ayer la primera jornada del juicio que se sigue contra un joven de Laguna Dalga, que en el momento de los hechos, el 26 de agosto del 2005, tenía 20 años, y al que se imputa un delito de homicidio, acusado de acabar con la vida de Celia Victoria Frade Silva, una adolescente de 17. La versión oficial sostiene que el sospechoso y la finada concertaron una cita en Astorga a las 3,24 horas de la madrugada del día de autos, tras la cual ambos acudieron en coche a un descampado, donde por motivos desconocidos, se originó una discusión en la que la víctima recibió hasta 25 heridas. Las que sufrió al ser golpeada en la cabeza y en la cara con una barra de futbolín resultaron letales. Que no dijera nada El testigo en cuestión reconoció haber ayudado al imputado a buscar las llaves del coche: «Debió dejarlas puestas cuando abrió el maletero». Fue entonces cuando vio el cadáver: «Ahí se me quitaron las dudas de que la había matado». Justificó no haber delatado antes al posible autor del crimen: «Me llamó tres veces al día siguiente para ordenarme que no dijera nada, y me dio miedo, porque había visto de qué era capaz». Negó que el supuesto autor de los hechos estuviese borracho o drogado: «Bebió y esnifó, pero conducía perfectamente». No obstante, no fue capaz de justificar ante la defensa por qué al día siguiente de los hechos recibió tres llamadas y dos mensajes de un amigo del procesado que se había enterado de lo ocurrido: «Yo no conozco de nada a ese chico». También se le preguntó por qué había dicho: «¡Esto se me está yendo de las manos!». Contestó: «Es una forma de hablar».

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