¿Integración u obligación?

El debate sobre la conveniencia o no de utilizar uniforme cuenta con todo tipo de puntos de vista entre los progenitores. La mayoría de los padres y profesores de los centros concertados ven el uso del uniforme como una comodidad a la hora de rebuscar en el armario lo que deberá ponerse su hijo. La mayor parte añade como ventaja que su utilización acaba con las diferencias sociales que se originan en función de la ropa que cada uno lleva puesta. «A los cuatro años ya empieza la guerra de las marcas», comenta un padre que se posiciona a favor del uso del traje reglamentario de cada centro para evitar que este sea el punto por el que se valore a los niños. Un aspecto que es puesto en duda por otros, que opinan que el uso del uniforme no termina con este problema ya que en algunos centros sólo exigen que los alumnos lleven equipación de un determinado color y eso da rienda suelta al uso de las marcas. «El que quiere distinguir a su hijo, lo hace igual, aunque lleve uniforme, porque en lugar de vestirle con un polo blanco normal y corriente lo hace con uno de marca», alega otro padre que no se muestra demasiado convencido con esta teoría. Para otros tantos progenitores que se muestran en contra del uniforme, esta medida se trata de una exigencia con la que no están dispuestos a transigir y una inversión económica que, en algunos casos, supone un gasto inasumible para muchos. Algunos explican que, además, encuentran que esta medida supone, asimismo, un negocio para algunos comercios, que hacen su agosto al conseguir la exclusividad en la venta de los uniformes escolares.