Diario de León

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Un mundo lleno de signos

El Colegio Público de La Granja es uno de los pocos centros de León que cuenta con una intérprete de lengua de signos para adaptar lo que enseñan los profesores a los niños sordos

Los intérpretes trabajan 30 horas semanales en los centros

Los intérpretes trabajan 30 horas semanales en los centros

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Pablo Rioja - león
León

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El Consejo de Gobierno aprobó hace unos meses la concesión de 318.420 euros a la Federación de Asociaciones de Personas Sordas de Castilla y León (FAPSCL) para la contratación de 20 intérpretes de lengua de signos para atender durante este curso escolar 2008/2009 a 57 alumnos en centros docentes públicos de la Comunidad. Según este plan los intérpretes de lengua de signos están dirigidos a colegios e institutos de las localidades de Arenas de San Pedro (Ávila), Aranda de Duero (Burgos), Ponferrada, Villamayor y Santa Marta (Salamanca), Terradillos (Segovia), Almazán (Soria), Peñafiel, Mojados y Medina del Campo, (Valladolid) y las capitales de Burgos, Ávila, León, Salamanca, Segovia y Valladolid. Este servicio de apoyo a alumnos con discapacidad auditiva se presta durante 30 horas semanales, de las que 22 corresponden a interpretación y el resto a reuniones, coordinación y preparación de clases (las horas de prestación del servicio se corresponden con las actividades lectivas del calendario escolar). El Gobierno regional firmó un acuerdo con la Federación de Asociaciones de Personas Sordas de Castilla y León, en agosto del 2007, con el fin de cubrir las necesidades educativas específicas de este tipo de alumnado para que puedan alcanzar el máximo desarrollo educativo posible. En León, el Colegio Público La Granja es uno de los pocos centros que cuenta con una intérprete de lengua de signos, Raquel Martínez, y es que, como señalan sus responsables, «a pesar de los esfuerzos del Consejo de Gobierno y de la FAPSCL se necesitan muchos más profesionales en este campo para cubrir la actual demanda». Según datos oficiales, en la provincia hay 22 alumnos sordos y tan sólo seis intérpretes. Martínez trabaja a tiempo completo en el colegio con los cinco alumnos sordos matriculados, con edades comprendidas entre los cuatro y los once años. Su labor principal es adaptar al lenguaje de signos lo que los profesores transmiten al resto de la clase. «Uno de los grandes problemas que me encuentro en el día a día es el bajo nivel que tienen los escolares en el conocimiento del lenguaje por signos, así que dedico gran parte del tiempo a enseñárselo, pero necesitaría más apoyo, más horas y por supuesto más intérpretes». En cuanto a la respuesta de los menores Martínez asegura que es «excelente» tanto por parte de los pequeños como por el profesorado, «que hace grandes esfuerzos para facilitarme el trabajo».

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