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Un paseo por Marialba

Depositaria de la cultura paleocristiana, la basílica de Marialba de la Ribera guarda entre sus restos el secreto de haber sido la iglesia martirial más importante de la Península

Publicado por
Enrique Alonso Pérez - león
León

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Nuestro retablo, como portavoz en muchas ocasiones de las esencias leonesas, quiere colaborar en la divulgación de aquellas cuestiones que pueden estar en candelero entre las inquietudes del momento. Y como en la actualidad se viene hablando de la recuperación y puesta en valor de los restos de la iglesia martirial de Marialba de la Ribera, ofrecemos un apunte para su mejor conocimiento. Integrada en el vecino municipio de Villaturiel -heredero de los trece pueblos que componían la antigua jurisdicción de Valdesogo de Abajo- se encuentra la sencilla aldea de Marialba, a unos ocho kilómetros de León. La explotación casera de sus tierras, el aprovechamiento racional de los animales domésticos y la proximidad a un foco de trabajo, han mantenido su censo durante los últimos cincuenta años, ya que de los 124 habitantes que constaban en los años cuarenta, son 109 los que figuran en la actualidad. Pero pocos leoneses saben, quizá ni ellos mismos, la densa historia que se entretejió a su alrededor cuando ya en el siglo IV se edificó en su solar la más importante iglesia martirial de la península Ibérica. Arqueólogos e historiadores, coinciden en fijar el cuarto de los siglos cristianos para datar la construcción del primer conjunto que se alzó en tierras de Sancta María Alva para recibir los cuerpos de los santos mártires de la primitiva Iglesia perseguida. Posteriores arreglos y adaptaciones a los fines que fueron surgiendo, terminaron por ofrecer un todo armónico en su concepción, pero ciertamente enigmático y novedoso en sus objetivos. El propio arquitecto que excavó las ruinas de este monumento, Theodor Hauschild, en los años 1967 y 1968, con los medios aportados por la sección madrileña del Instituto Arqueológico Alemán, escribía en el informe redactado: «La transformación de la gran sala rectangular en otra habitación orientada hacia un punto central situado bajo la supuesta cúpula, el ábside elevado con sus tres hornacinas, en el que se da cabida a las trece sepulturas con orientación Este-Oeste, y construcción contemporánea, y la rica decoración que puede deducirse de los fragmentos de mármol encontrados, hacen aparecer al edificio no como una simple basílica, sino más bien como una solemne iglesia martirial. El Monumento de Marialba sería así no sólo la más importante construcción cristiana del norte de España, sino también la mayor iglesia martirial de época paleocristiana de la península Ibérica que hasta ahora conocemos». La llegada al pueblo de Marialba de la Ribera, a través de la carretera de León a Villarroañe, nos produce una sensación de desencanto al no observar por parte alguna unos signos relevantes que anuncien la situación y existencia de la iglesia paleocristiana. Solamente, al llegar a la entrada del pueblo, un cartelón, suscrito por el ayuntamiento de Villaturiel, señala el lugar del desgraciado monumento, al que se accede por una tierra inculta y llena de cardos que tapan hasta las rodillas del curioso visitante, para observar, desde un sólido enrejado otra tierra no menos inculta, que alberga las que deberían ser unas ruinas emblemáticas para conocer los orígenes y la esencia de la cultura que ha conformado el ser y el sentir del pueblo cristiano. Una vez más, el estudio serio, racional y sistemático, tuvo que partir de instancias ajenas a nuestro entorno, el citado Instituto Arqueológico Alemán de Madrid, bajo la superior dirección de su Presidente, el doctor Helmut Schlunky un cualificado equipo técnico sabiamente dirigido por Theodor Hauschild. Bien es verdad que durante todo el tiempo que duraron los trabajos, el Instituto Leonés de Estudios Románico-visigóticos, colaboró estrechamente a través de un representante de lujo: nuestro ilustre ex Abada Isidoriano, Antonio Viñayo. La clave de estas investigaciones realizadas a final de los sesenta, se remonta sin embargo a la noticia que el eminente arqueólogo, Gómez Moreno, publicaba a principio del pasado siglo en su Catálogo Monumental de la Provincia de León , relacionada con nuestra iglesia en cuestión: «sacando allí tierra de un altozano, se alcanzó a descubrir la base de un edificio, hasta cerca de un metro, que estudió, en 1890, don Inocencio Arredondo, en mejores condiciones que las actuales, pues algunas partes se destruyeron o han vuelto a soterrarse, no habiéndose publicado nada, que yo sepa, respecto de tan notable ruina. Ya de antes llamaban al sitio «cerro de la iglesia vieja», quizá recordando la que un documento de 1095 nombra Sancta María de Alva ; y, en efecto, parece, más bien que termas, un antiquísimo santuario cristiano». A ver si es verdad, que la Fundación del Patrimonio Histórico, integrada por todas esas Cajas, que andan enredadas en su fusión, y las Instituciones pertinentes: Junta, Diputación y Ayuntamiento de Villaturiel, son capaces de dar el tirón definitivo a esa vergonzosa asignatura pendiente que se arrastra desde siglos.

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