| Reportaje | Destierro al trastero |
¿Y tras los Reyes Magos...?
león
Hace escasos ocho días que sus majestades de Oriente visitaron los hogares de, según fuentes oficiales de los pajes, todos los niños de la provincia, llenando de regalos sus desprovistas habitaciones -”nunca preparadas para tan osada invasión-” y demostrando un año más que son los auténticos reyes de la Navidad.
El hombre del traje verde, cada vez más rojo, quedó de nuevo eclipsado por la magia de tres colegas que 2009 años después volvieron a cumplir escrupulosamente su cometido al recorrer los portales como solían hacer antaño, allá en Belén. ¿Y ahora qué? Las clases se empeñan en acabar con la efímera diversión de los pequeños estudiantes sin ceder, por cortesía, 48 horas de tregua para disfrutar de unos juguetes que hoy, 14 de enero, ya parecen viejos, incluso muchos de ellos, motu propio, han iniciado su particular destierro al trastero. No seré yo quien ponga en tela de juicio la generosidad de Melchor, Gaspar y Baltasar, aunque quizá convenga revisar nuestras cartas para próximas ocasiones, que el vacío del alma, sentimiento común también en los niños, no se llena con un puñado de regalos.
El patio del colegio, refugio eterno de los estudiantes, vuelve a ser testigo mudo de que por encima de videoconsolas, mp tres, cuatros y cincos, deuvedés, ordenadores, móviles y ropajes caducos, lo que de verdad desean los mayores del futuro es saltar a la comba, cambiar cromos, jugar un partido, correr por los pasillos o conversar con sus amigos.
Broche final
La visita de los Reyes Magos supone el broche final a tres semanas de encuentros familiares, comidas de seis o siete platos, padres que no saben qué hacer con sus hijos y sí, aunque muchos lo hayan olvidado y otros tantos se empeñen en borrar sus raíces, rememora el nacimiento de un niño que escandalizó a algunos y maravilló a otros por su forma de actuar.