| Reportaje | Cuando el dolor vive en el portal de al lado |
«Tenía ganas de que lo trasladaran, se estaba cansando de los aviones»
Familiares y amigos del fallecido recuerdan el carácter afable y cariñoso de la víctima: «Había pasado en el pueblo todas las Navidades y regresó a la base el martes 13»
En la imagen superior, un primo del joven fallecido (con gafas de sol) y el conductor del autobús
carrizo de la ribera
«Yo estuve con él el lunes pasado. Estuvo aquí todas las Navidades y ya sé que es lo que se dice siempre cuando pasan estas cosas, pero de verdad que era un tío encantador. Aquí nos conocemos todos, pero yo tenía un poco más de relación porque estuvo saliendo con una prima mía», relata la joven al hilo de una conversación que comienza tenue y suave, como para no molestar, pero que en pocos segundos va ganando en confianza.
«La familia está realmente hecha polvo. Él venía cada vez que podía, no es de esa gente que se va de aquí y se olvida del pueblo. Lo veías cada vez que le daban permiso y a mí me dijo ahora en Navidades que andaba con ganas de que lo cambiaran de destino, que estaba un poco cansado de los aviones y sobre todo, que tenía ganas de que lo trasladaran a León, para estar más cerca».
Lo mismo que recabar detalles de la vida de la víctima es sencillo en el intercambio de palabras con la muchacha, un primo del teniente resulta más tajante, aunque el muchacho no pierde la educación en ningún instante: «No es momento para hablar de nada, supongo que lo entenderás. La familia está dentro y nos vamos de viaje ahora mismo. Es un palo, es un palo muy gordo». Detrás de las gafas de sol, por muy nublada que esté la tarde, la amargura siempre tiene un brillo gris. La calle está vacía a las cuatro de la tarde y en los bares de Carrizo de la Ribera, las pantallas de plasma se recrean con las cabriolas de los bailarines de Fama . El paisanaje guarda silencio en cuanto adivina la llegada de forasteros. Es evidente que el recuerdo de Roberto flota en el aire y se nota. Se ha ido un buen paisano.