Museo José Luis López

Querido hermano: Acongojado me tienes. De poco sirvió que en la penúltima echáramos un puxa José Luis. Una extraña y poco conocida enfermedad nos lo llevó en un par de meses y Astorga ha quedado sin uno de sus grandes valedores. Jamás, ya pueden pasar los años, esta ciudad podrá borrar su nombre.

Por eso, hermano, desde estas doloridas líneas quiero dejar una propuesta al Ayuntamiento, que estoy seguro suscribirán todos los astorganos. Que se tome acuerdo corporativo, en sesión plenaria, para una nueva denominación; que el Museo del Chocolate pase a denominarse, se asiente donde se asiente, Museo del Chocolate José Luis López.

Es lo menos que la ciudad y sus habitantes podemos hacer en su memoria, ya que él rehusó, en su día, el honor de ser declarado Hijo predilecto; honor que tenía bien merecido y él trocó por el metate de plata cuya entrega se realizó en el apropiado marco del Sica 07, (Salón Internacional del Chocolate de Astorga) celebrado en marzo de 2007. Si este año se celebra ha de tener un memorial especial.

Te recuerdo, hermano, que nos dejó libros tan interesantes como Ayer y hoy del comercio y la industria en Astorga , Guía del Museo del Chocolate, El trato de recua , o el último en 2008, Maestros chocolateros de Astorga , que es revelador para conocer cuántos y quiénes fueron los que embriagaron las calles de esta ciudad de aromas a cacao, vainilla y azúcar. José Luis, lo sabes, era mi amigo de muchos años y de cuya amistad estaba orgulloso y agradecido; a instancias mías se embarcó en ese último libro del cual, por apadrinamiento, me siento satisfecho y lo tengo como algo mío sin haber puesto en él ni una sola línea. A más abundamiento ahí queda una docena de artículos en Astórica , Argutorio y otras revistas donde dejó sus saberes sobre el bandido maragato, impresores, pintores, litografía y demás relacionados con el chocolate, u otras gentes de la ciudad.

Cuando Martín, tu hermano, tenía alguna duda sobre personajes astorganos del siglo XX, allí estaba el amigo José Luis para desentrañarle la genealogía del mismo, sus hechos, sus milagros y sus diabluras. Los Rubio, Goy, Murias, Granell, Gaztambide o Eznarriaga estaban en su privilegiada cabeza.

Ya ves, en dos meses se me han ido dos guías; José Luis a pregonar en las alturas las excelencias de Astorga y su chocolate, y don Bernardo Velado, mi guía en cuestiones clericales, a ilustrar a los Operarios de Majadahonda. Qué mala suerte, hermano.

Y quiero dejar resaltada una cualidad de José Luis que Astorga debe no olvidar. Su generosidad para el pueblo que le vio nacer. Aquel cúmulo de objetos que en principio fueron una afición, relacionados con el chocolate y su artesanía en todos los aspectos, conformó aquel incipiente museo que altruistamente pignoró al Ayuntamiento; desoyó, como hiciera Ulises con las sirenas, las suculentas ofertas que continuamente recibía desde el exterior. El museo se quedará en Astorga, me decía; y en Astorga se quedó. Con unos euros y un metate de plata, obra del platero Santos, se conformó; y así legó a Astorga un incalculable valor cultural y etnográfico difícil de evaluar.

Por eso quiero repetir la petición solemne a nuestro Ayuntamiento; cuando el museo cambie de emplazamiento -"y si se hace en el actual mejor que mejor-"en el frontispicio del lugar y edificio de acogida rece así: Museo Municipal del Chocolate José Luis López. Y que así conste en acta, y en envoltorios y papelería del museo. Que así sea.