Qué sería sin ellos

 

Son más de 2.600 voluntarios en Castilla y León pertenecientes a casi un centenar de agrupaciones de Protección Civil en toda la Comunidad. La evolución de su imagen, y también de su trabajo, ha sido muy importante en los últimos años, en los que han ido incrementando su prestigio y su reconocimiento frente a la ciudadanía. De ser “unos conos con chaleco naranja”, que era la imagen que de forma generalizada se tenía de ellos hace años, se ha pasado a considerarlos profesionales del mundo de la protección ciudadana en eventos y ante situaciones de emergencia.

Alrededor de un centenar de ellos llegados no sólo de varias provincias de Castilla y León, sino también de otras comunidades como Asturias, Madrid o País Vasco, se han reunido este fin de semana en la localidad de Hospital de Órbigo (León), donde tendrán la oportunidad de intercambiar experiencias sobre su trabajo diario, así como recibir formación, en especial en aspectos preventivos.

Esta jornada, impulsada por la Asociación Nacional de Especialistas Profesionales de Protección Civil y Emergencias (Aneppce), consistirá en cuatro talleres que estarán dedicados al fomento de la cultura preventivo, a las vías y extintores, a los primeros auxilios y, por último, a la búsqueda y al rescate de víctimas. La presidenta de la delegación de Aneppce en Castilla y León, Nuria Ibán Otero, explicó que la intención es, con motivo de la celebración el 1 de marzo del Día Mundial de la Protección Civil, celebrar anualmente estas jornadas de formación de los profesionales.

El encargado de inaugurar estas jornadas fue el director general de la Agencia de Protección Civil de Castilla y León, Fernando Salguero, que alabó el impacto que está teniendo el voluntariado en las “conciencias” de los ciudadanos, no sólo en Castilla y León, sino en España en general, donde aludió a una “explosión” de participación ciudadana en esta materia.

En este sentido, Salguero se felicitó por la tendencia a seguir modelos de otros países de Europa o de Estados Unidos, donde la participación ciudadana ha resultado “clave” en la resolución de catástrofes o emergencias de renombre. Este encuentro se centrará en la cultura preventiva, ya que en el sistema actual, la prevención consigue evitar “las emergencias en muchos casos” y, en aquellos en los que la emergencia se llega a producir, una buena cultura preventiva permite una “minimización” de los riesgos que la emergencia puede llegar a generar.

Por ese motivo, la prevención se alza como un valor “fundamental” para toda la sociedad y que tiene que verse externalizada en la figura de los voluntarios de Protección Civil en colaboración directa con los ayuntamientos y los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, con quienes estas agrupaciones trabajan “estrechamente”. Es precisamente esta colaboración la que supone “mayor tecnificación” en las actuaciones, redundando así “en el beneficio de todos”, añadió Salguero.

Pero no sólo la prevención es el aspecto en el que se está trabajando desde Protección Civil, sino que también se está incidiendo “muy duramente” en el impulso en la creación de nuevas agrupaciones, ya que se estima que están demostrando ser colectivos “vitales”, en especial en las zonas rurales. El fruto que se está recogiendo después de años de trabajo es “apetitoso”, lo que está generando una “tela de araña” en Castilla y León formada por asociaciones que ofrecen “seguridad” en colaboración y coordinación con las fuerzas de seguridad del Estado y las Policías Locales.

Concienciación ciudadana

En este buen hacer de los voluntarios de Protección Civil juega también un papel importante la concienciación ciudadana, cada vez mayor en los últimos años. Así lo reconoce el jefe y coordinador de la agrupación de Guijuelo (Salamanca), Rafael Martínez, que aclara que la gente ya es consciente de que “no somos cuatro amigos que nos ponemos chalecos para pasarlo bien”, sino que en la actualidad, cuando se advierte a una persona de que una actuación no es la correcta “saben que es por su bien”.

En la misma línea se expresa el coordinador de Protección Civil de Boadilla del Monte (Madrid), Sergio García Couso, que reconoce que desde que comenzó a participar en la organización en el año 1992, ésta ha cambiado “muchísimo”, hasta el punto de que es ahora la propia administración la que da formación y medios y reconoce a los voluntarios como personas “capacitadas para desempeñar una labor”. En este sentido, García Couso insistió en que aunque sean voluntarios, son “profesionales” que, por encima de todo tienen “vocación y muchas ganas”.

Buenos medios

La evolución de la imagen y del trabajo de Protección Civil también se hace patente en los medios de que disponen las diferentes agrupaciones. Rafael Martínez incide en el trabajo que se lleva a cabo para “unir a todo el voluntariado” y controlar los medios de los que se disponen “por si hay cualquier emergencia o catástrofe”. En el caso de Castilla y León, reconoce que “hay de todo”, con grupos de rescate de montaña, ambulancias, equipos de agua y “bastante de cualquier cosa”, generaliza.

Aunque cada agrupación tiene su especialización y sus peculiaridades, estas jornadas que se iniciaron hoy en Hospital de Órbigo permitirán conocer el funcionamiento de otras agrupaciones y, de esta forma, asumir ideas de otros colectivos o el funcionamiento para posibles actuaciones futuras. García Couso explica también que en Boadilla del Monte se ha evolucionado mucho hasta el punto de disponer de una ambulancia durante 24 horas todos los días del año que permite dar una respuesta “con una media de tres o cuatro minutos” ante la “carencia” que se había venido detectando, además de que se dispone de vehículos contra incendios de apoyo y primera intervención con los Bomberos de Madrid, así como un equipo de búsqueda o rescate o el equipo de voluntarios en bici que se pone hoy en marcha.

Sin embargo, y aunque los medios resultan fundamentales a la hora de poder prestar un buen servicio a los ciudadanos, la conclusión tanto de los profesionales de Protección Civil como de los ciudadanos es la misma, que el corazón de un voluntario es “enorme” y que las ganas que están demostrando a la hora de llevar a cabo su trabajo resulta “bestial” para evitar o minimizar las emergencias.