Diario de León

León cierra su peor julio con 4.260 hectáreas calcinadas, casi el triple que en todo 2014

Los dos incendios más graves se registraron en Quintana del Castillo, con dos operarios heridos, y en Lucillo .

Cerca de Molinaferrera ardieron 1.113 hectáreas.

Cerca de Molinaferrera ardieron 1.113 hectáreas.

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m. carnero/ana valencia | león
León

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A pesar de que las lluvias caídas ayer han dado una pequeña tregua a la racha de incendios forestales que este año azotan con especial virulencia la provincia, el anuncio de una nueva ola de calor a partir de mañana vuelve a poner en jaque a los servicios de extinción de la provincia. A falta de dos meses, posiblemente los más peligrosos, para que termine el periodo de alto riesgo de incendios, que se cierra el 30 de septiembre, el balance es desolador. Sólo en el mes de julio se han producido en la provincia de León 66 incendios forestales en los cuales han ardido un total de 4.260 hectáreas de masa forestal y matorrales, lo que representa casi el triple de la superficie calcinada en todo el 2014, cuando se registró uno de los mejores datos del último decenio con sólo 1.551 hectáreas quemadas.

Los dos peores siniestros, el de La Cepeda con más de 2.600 hectáreas calcinadas, y el localizado en Maragatería, con 1.113, ya superan con creces las 1.555 hectáreas que quedaron arrasadas en toda la campaña de 2014.

El 13 de julio pasadas las 14.30 todas las alarmas saltaron en La Cepeda. Un incendio declarado en el monte de Oliegos se saldó en la primera jornada con dos operarios de la Mancomunidad heridos, cuando una racha de viento les cercó y calcinó el camión de extinción. Al día siguiente, el siniestro se dio por controladas aunque ya se contabilizaba en centenares la superficie abrasada. El aire avivó de nuevo las llamas una jornada después. Era miércoles y la virulencia que alcanzó el siniestro hizo a la Junta declarar el nivel 2 y desplazar hasta la zona a efectivos de la UME. El incendio no se dio por extinguido hasta quince días después.

Tanto Palaciosmil, como Villarmeriel y Quintana del Castillo, cabecera del municipio, se vieron por momentos en alerta. En total son más de 2.600 las hectáreas calcinadas, que se han llevado por delante la sierra, la mayor parte del hábitat del urogallo más meridional del mundo, así como campos de cereal y aprovechamiento maderero. Las llamas se reavivaron con tanta fuerza que arrasaron 86 hectáreas a la hora. Cerca de 500 efectivos fueron necesarios para controlar el incendio y se movilizaron más de siete medios aéreos y hasta 14 bulzdozer en una misma jornada.

A penas una semana después, todas las alarmas volvían a activarse en Tabuyo del Monte, donde un rayo prendió un pino y el intenso humo puso en alerta a los vecinos. En este caso la rápida intervención de operarios y lugareños evitó que el siniestro fuera a más llevándose por delante 50 hectáreas de arbolado adulto, de una zona que se libró de la catástrofe de 2012.

Y julio no se terminó sin que el pasado domingo otro incendio forestal se declarara en Pobladura de la Sierra, en el municipio de Lucillo. En este caso también se activó el nivel 1 de alarma. Cuando parecía que los frentes estaban controlados, un día después, el viento reavivó los focos que arrasaron 1.113 hectáreas de matorral, principalmente, entre el pueblo y Molinaferrera. La Junta movilizó sus medios y también intervinieron los del Magrama, para apagar el fuego que se dio por extinguido el jueves. La fuerza que cogieron las llamas hizo que la intensa columna de humo se viera desde Santa María del Páramo o La Bañeza, donde incluso llegaron a ‘llover’ las cenizas.

Aunque las zonas de mayor riesgo de incendio son el Bierzo, Maragatería y La Cabrera, el fuego no está haciendo distinciones este verano en la provincia, donde ya ha dejado su huella en zonas como Riello, donde el pasado 23 de julio ardieron 40 hectáreas o en La Majúa, en pleno parque natural de Babia y Luna, donde se calcinaron dos hectáreas el pasado día 18.

Por desgracia la mano del hombre sigue estando detrás de la mayor parte de los incendios forestales, bien por negligencia, o por la acción de pirómanos, como se supone que ha ocurrido en el incendio de La Cepeda, donde se investiga la autoría del siniestro.

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