«Era como si marcara el terreno»

Así como Muñoz Blas no quería que se acercaran los hombres a su vivienda en el monte, no actuaba de igual forma con las mujeres. «Con ellas era distinto, como si marcara su territorio», manifestó ayer en el juicio el presidente de la Junta Vecinal de Castrillo de los Polvazares, Esteban Salvadores. Los vecinos «le ayudaron en principio, porque dijo que todo lo hacía por traer a su familia». Luego cambió la situación «y la relación empeoró»: las tablillas que delimitan el coto de caza aparecieron tiradas y dobladas, se le responsabilizan de ciertos hurtos, del cambio de las señales del Camino de Santiago —en dos ocasiones— y los roces con quienes se acercaban a la casa móvil eran una constante.

Salvadores refirió haber visto desde su coche a Muñoz Blas molestando en distintos fines de semana a dos peregrinas que viajaban solas. También señaló el descubrimiento de escondites junto al trazado jacobeo, desde los que acechaba a las caminantes.

Tras la desaparición de Denise Thiem, Muñoz Blas, dijo el pedáneo, cambió de aspecto: se cortó el pelo y se arregló la barba y le vio vestir con ropa de montaña «de marca».

Ante los problemas que se produjeron, la junta vecinal advirtió a los vecinos de que no se acercaran a la finca tras conocerse la desaparición y refirió cómo en un mesón «dejaron de comprarle la verdura después de que se conociera el robo en las huertas de algunos vecinos». Apuntó que «muchos pensábamos que estaba pasando algo».