Diario de León

PROVINCIA ■ ESPECIES PROTEGIDAS

Doce osos de la cordillera han pasado por periodos de cautividad en los últimos 30 años

El crecimiento poblacional y la excesiva «humanización» de su entorno incrementan los casos de intervención.

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maría carnero | león

El incremento de la población del oso pardo en la Cordillera Cantábrica —cerca de 300 ejemplares según las últimas estimaciones— está facilitando la aparición de ejemplares, que por un motivo u otro, requieren la intervención humana para su supervivencia. Es el caso de crías huérfanas, osos heridos, casos de envenenamiento o animales problemáticos.

En los últimos treinta años, once osos cantábricos han pasado por algún tipo de cautividad en algún momento de su vida haciendo uso de instalaciones diferentes y con prácticas de manejo dispares. Así se desprende del proyecto de la Fundación Oso Pardo de Asturias (FOA), que bajo el título Trabajando por el bienestar de los osos cantábricos cautivos, hace un repaso por todos los casos de plantígrados cautivos y sus posibilidades de retorno a su medio natural.

El caso más reciente que hay que sumar a esta lista, y que no figura en el informe, fue el ejemplar rescatado en Liébana, después de vagar herido desde enero de este año, al parecer por un traumatismo. Beato, que así se le bautizó, volvió a su entorno natural el pasado 5 de abril, después de permanecer más de dos meses en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre (CRFS) de Villaescusa, donde se curó completamente de sus heridas a excepción de una lesión crónica en su extremidad delantera izquierda.

Al margen de intervenciones puntuales como esta, la FOA custodia actualmente en Asturias los dos únicos ejemplares de oso pardo cantábrico que viven en cautividad —Paca y Molina—, en el único cercado osero habilitado para ello ubicado entre las localidades asturianas de Proaza y Santo Adriano, a los pies de la llamada Senda del Oso.

Por ello, con el objetivo de optimizar las técnicas de trabajo con vistas a mejorar la calidad de vida de los animales, la FOA ha desarrollado este proyecto que ha sido coordinado por José Tuñón, presidente de la Fundación Oso de Asturias, Ernesto Díaz, de la La Jurbial Servicios Ambientales y Javier Naves, investigador de la Estación Biológica de Doñana EBD-CSIC, y que ha contado con el apoyo de la Fundación Biodiversidad.

La publicación está dedicada a la osa Tola, que falleció en enero de este año. Esta osa vivió desde cachorra en cautividad, junto a su hermana Paca que aún vive en el cercado asturiano, desde que unos furtivos mataran a su madre. «Nunca pudo volver a la libertad, estado en el que deberían vivir todos los osos», reza la dedicatoria del proyecto.

«El objetivo de las actuaciones es consolidar técnicas y hábitos de trabajo para garantizar al máximo su bienestar, entendiendo que la mayor expresión de ese bienestar es su rehabilitación, es decir, la adquisición de habilidades físicas y psicológicas necesarias para poder vivir en libertad», asegura José Tuñón, quien recuerda que «éste es un proceso continuo, independientemente de que algunos individuos no logren nunca las condiciones necesarias para una vida en libertad».

Según la fundación asturiana, tres osos —Xedrecina, capturada en 1999, otra hembra rescatada en 2005 y que no se llegó a bautizar, y Balbina, la última osa intervenida en 2015—, necesitaron menos de nueve días de cuidados en alguna instalación.

En los otros ocho casos los osos estuvieron cautivos por encima de los cuatro meses, contando Paca y Molina, que actualmente siguen en esa condición. Cuatro ejemplares fueron devueltos a la naturaleza, mientras que los restantes o bien están en cautividad (los dos mencionados anteriormente y atendidos actualmente por la FOA) o murieron durante su periodo de estancia en instalaciones. Es el caso de la recordada Jimena, una osita huérfana rescatara en 2012 en Palacios del Sil, y que falleció por estrés cuando era trasladada para su liberación en Picos de Europa.

Todos estos animales fueron tratados y alojados en diferentes instalaciones incluyendo clínicas veterinarias, universidades, zoológicos, fincas privadas, centros de recuperación de fauna, etc. La influencia que hayan podido tener las características de las instalaciones, la formación del personal, junto a las condiciones concretas de manejo y manipulación en cada caso, han podido ser determinantes en el destino final de estos animales. «El tiempo que permanecen en cautividad es determinante para que puedan volver con éxito a su medio natural», destaca Ernesto Díaz Otero, de La Jurbial Servicios Ambientales, uno de los coordinadores del proyecto, que considera que «lo ideal es que el hombre nunca tuviera que intervenir para asegurar la supervivencia de ningún ejemplar».

Este experto medio ambiental considera que la «cada vez humanizada Cordillera Cantábrica, plagada de infraestructuras, núcleos de población y actividad turística, hace que la relación entre el oso y el hombre sea cada vez más estrecha, lo que puede acarrear cada vez más conflictos con la especie». Por eso, ante el notable incremento de la población osera, cree que los casos en los que sea necesaria la intervención del humana, ante la aparición de osos conflictivos, heridos o crías huérfanas «serán cada vez más frecuentes», por lo que se hace necesario contar con instalaciones adecuadas para que su estancia en cautividad sea lo más adecuada y segura posible. «A nivel científico también es importante contar con lugares apropiados con el fin de aprovechar la cautividad de los osos para estudiar su comportamiento», concluyó

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