Diario de León

Abusos sexuales en la Iglesia

«La Conferencia Episcopal ha volado todos los puentes con las víctimas»

Los damnificados por los depredadores sexuales de la Iglesia no creen que la orden del Vaticano que obliga a Blázquez a escuchar y reunirse con ellos sea posible ni llegue a producirse

El sacerdote Ángel Sánchez Cao, denunciado por abuso sexual por Emiliano Álvarez, sigue celebrando comuniones en una parroquia del Barco de Valdeorras bajo la protección del obispo de Astorga

El sacerdote Ángel Sánchez Cao, denunciado por abuso sexual por Emiliano Álvarez, sigue celebrando comuniones en una parroquia del Barco de Valdeorras bajo la protección del obispo de Astorga

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CRISTINA FANJUL/DIARIO DE LEÓN
León

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Los presidentes de las Conferencias Episcopales tienen el mandato del Papa Francisco de reunirse con las víctimas de abusos sexuales antes de la histórica reunión que tendrá lugar en el Vaticano en el mes de febrero con el fin de analizar el escándalo de la pederastia en la Iglesia.

El cardenal Hanz Zollner, portavoz del comité, ha explicado que «la Conferencia Episcopal española puede hacer mucho más» en el tema de los abusos. Y una de esas cosas, igual que sus homólogas en otros países han hecho ya, es acercarse a las víctimas. «El primer paso debe ser reconocer la verdad de lo que ha sucedido. Por esta razón, urgimos a cada presidente de conferencia episcopal a acercarse y visitar a víctimas que han sufrido abusos por parte del clero en sus respectivos países antes de la reunión de Roma, y aprender así de primera mano el sufrimiento que han soportado».

Sin embargo, y según destacan dos de las víctimas de León, no será fácil. «Han volado todos los puentes», afirman. Emiliano Álvarez, cuyo proceso contra Ángel Sánchez Cao aún no ha obtenido sentencia, se pregunta a quién pondrán de interlocutor. «El problema que tienen es que han roto todas las vías de comunicación que podrían haber tenido con nosotros. Además, ¿qué es eso de que no lo harán público? Siguen encubriendo», lamenta. Afirma, no obstante, que él está dispuesto a asistir a una reunión con el presidente de la Conferencia Episcopal, pero subraya que no cree que esto ocurra: «No sé qué juego es este», zanja. El ex alumno del seminario menor de La Bañeza recuerda a los miembros de la CEE que se equivocan con su actitud: «No somos enemigos. Se está poniendo en entredicho las creencias más íntimas de los españoles. Ya es hora de que entre un poco de aire fresco en las instituciones de la Iglesia», advierte al tiempo que subraya que el obispo de Astorga nunca le ha apoyado. «Nunca se ha dignado a recibirme ni a consolarme. Al revés, creo que ha llamado muchas veces a la policía para que me detenga cuando me he manifestado delante de ellos».

En parecidos términos se expresa Javier, que tampoco confía demasiado en que esta orden papal se cumpla. De hecho, refuerza las palabras de Emiliano y cuestiona con quién podrían reunirse «si no tienen interlocutores». «¿Como lo van a hacer? ¿Una por una? ¿Todos a la vez? El problema lo tienen ellos porque no han querido abrir una vía de comunicación con nosotros. Tienen que hacerlo porque se lo han mandado, pero lo tienen complicado». Javier recuerda dos reuniones con el obispo de Astorga en las que, según asegura «me invitó a irme a mi casa y dejar de molestar» y destierra la esperanza en el resto de obispos españoles, a los que él mismo ha escrito sin recibir respuesta. Entre los integrantes jerárquicos a los que se ha dirigido se cuentan el cardenal Omella y Blázquez, presidente de la CEE: «Palabras bonitas y ni una sola acción». Javier, que ha sido la primera víctima de agresión sexual reconocida por la Iglesia, considera que lo único que busca esta orden del Papa es «quedar bien con la sociedad». «Yo les pediría que no hicieran más daño. Si van a seguir escurriendo el bulto y a no hacerse cargo de sus crímenes y responsabilidades, si no toman medidas concretas que ayuden a las víctimas, que se olviden de reunirse con nadie, exige.

Javier tacha la condena de un año sin impartir misas a Ramos Gordón por abusar de él durante años de «carcajada en el rostro de las víctimas» y asegura que la intención de la Conferencia Episcopal es dejar pasar el tiempo hasta que «todas las víctimas hayamos muerto». «Es indignante que traten de escurrir el bulto con palabras y perdones que no significan nada», denuncia al tiempo que advierte de que las víctimas no se creen ya ni a la jerarquía española ni a Roma.

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