Vegamián renueva su voto a san Antonio

El próximo domingo, los valles de Pardomino, ese sugestivo monte ocupado en la Alta Edad Media por los monjes de los monasterios de San Andrés y de San Pedro, cambiará sus largos silencios invernales por los ecos festivos y bullangueros de los fieles hijos de Vegamián, herederos morales del extenso praderío que antaño fue patrimonio común del pueblo y que tantas veces recorrieron en todas direcciones al frente de sus ganados. Otra vez la pureza de sus aires, hará causa común con el agradable olorcillo a la clásica tortilla española y al no menos agradable tufillo de la extensa gama de empanadas y embutidos caseros. Eso sí, sin olvidar los excelentes alimentos que toda esta tierra leonesa nos ofrece. Y con un ingenio y espontáneo placer, los jóvenes y niños disfrutarán del encuentro con sus familiares y amigos ocasionales en el solar donde sus padres y abuelos dejaron muchos sudores, montones de años de fatigoso trabajo. Pero sobre todo dejaron ríos de lágrimas el día que fueron desarraigados de la tierra que les había visto nacer. Ni siquiera se les permitió el derecho a discrepar ni a manifestarse al estilo de Riaño o el empuje que desarrollaron los omañeses en su lucha por «Omaña Insumergible», porque esas cosas hace cierto tiempo no se podían realizar. Hace 35 años sólo pudieron hacer uso de un discreto y controlado «derecho al pataleo», pero con sordina. Pero nadie les escuchó ni nada se pudo hacer por salvar el pueblo. Los que vivimos de cerca aquellos amargos días de la despedida y compartimos con las buenas gentes montañesas todos sus problemas de desarraigo involuntario del terruño, podemos valorar, a 35 años visto, el sacrificio de entonces y la serenidad con que supieron afrontar la situación. Estuvieron convencidos de que otras gentes, en mucho mayor número, se beneficiarían del almacenaje de aguas que ellos propiciaban con su desgarrada pero pacífica marcha. Su sacrificio permitió que otros muchos pudieran aprovecharse del agua que iba a inundar todo lo que ellos amaban. Amor al patrón No obstante, estos admirables montañeses, una vez superada la angustia de los primeros años, prometieron fidelidad de por vida a su santo patrón, Antonio de Padua, para honrarle anualmente e inculcar en sus hijos y nietos el amor y el arraigo a las tierras, a sus costumbres y a sus gentes, dando un valor inigualable a la convivencia y a la buena vecindad que les había caracterizado y que ahora demuestran también. Con el emocionado recuerdo en la memoria, el sacerdote Florencio Fernández, dice a su gente en el saludo del programa, entre otras cosas: «Ya Vegamián cuenta con una calle dedicada en León, en el barrio de San Mamés, terminación de la avenida de Nocedo, que perpetuará su memoria, gracias a las numerosas gestiones y desvelos del presidente de la comisión, y a la consideración del excelentísimo Ayuntamiento de León. De esta manera se perpetua el nombre de tan insigne localidad a lo largo del tiempo. Más aún, la savia de los antiguos colaboradores ha saltado con nuevos brotes llevando nuestro pueblo con su historia, usos y costumbres nada menos que a Internet, la red de redes que permite que cualquier persona, cualquier leonés, pueda estar en contracto y conozca nuestras más costumbres, nuestras tradiciones y el nombre de Vegamián desde nuestras antípodas. ¡Gracias a Roberto Fernández García!. Vegamián ya no perderá su nombre, la Historia lo recordará siempre. La dirección de la página web es la siguiente: www.iespana.es/vegamian».