Diario de León

OPINIÓN Pedro V. Álvarez Collar

Los paseados

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León

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Uno, que nació en aquellos años en los que aun reinaba la cartilla de racionamiento, fruto de las carencias propias de un tiempo de posguerra. Uno, que aprendió en la escuela rural la lista de los reyes godos y la historia de un imperio donde un águila rodeado de flechas y yugo (al cual estaban sujetos todos los que entonces tenían conciencia de estarlo). Uno, que nunca entendió muy bien que nos diesen leche en polvo americana, aquí donde las vacas la daban natural y espumosa. Les estoy hablando de los años cincuenta, donde los calechos y filandones eran los programas preferidos de la inexistente televisión. Aquellas tertulias donde los mayores hablaban y contaban historias del ayer, de aquel ayer cargado de rabia y pena que les obligaba a apretar los puños y les llenaba los ojos de lágrimas. En aquellos calechos de los que somos hijos los lacianiegos oíamos contar las historias de fulanito que le habían paseado en tal sitio, y de menganito que le habían salvado del paseo el curo de no se donde. Uno, recuerda por haberla oído unas cuantas veces, la historia de un asturiano, Isidro Cabezas, que como dirigente de la UGT lacianiega de aquel entonces era reclamado por los ya ganadores para juzgarlo. El hombre, convencido de que su único delito era defender la libertad, se entregó a sus verdugos, desoyendo los consejos de los que le decían que debería de huir hacia Asturias. El juicio debió de ser rápido pues a los dos días le ejecutaron aquellos fascistas que ejercían la justicia de los vencedores en los pueblos que iban conquistando. Hoy, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (que buena falta nos hace recuperar la memoria perdida), comienza en Piedrafita de Babia las excavaciones para recuperar los restos de varios asesinados durante la contienda civil. No se si el citado Isidro Cabezas podría estar entre los restos que van a recuperar para darles una sepultura más digna que la que sus verdugos les habían dado. Si sé con certeza, que estén donde estén sus restos, allí se encuentra lo que queda de un hombre bueno. No es el momento de remover los posos de una guerra fraticida, donde ganaron los ilegales y perdieron los que defendían la legalidad y la democracia. No es el momento de recordar a los paseantes, de los cuales aun quedan unos cuantos de estos valles. Nos basta con saber que la mayoría de estos paseantes reconocidos acaban sus días entregando el pellejo tras largas y penosas enfermedades. Igual es que existe algún tipo de justicia del destino que les obliga a pagar por sus fechorías... Pero si no es el momento de buscar a los culpables (cosa que sería un tanto fácil), si ha llegado el momento de recordar y recuperar los resto y la memoria de las víctimas. Por eso las labores llevadas a cabo en Piedrafita de Babia por un grupo de personas que rebuscan en el tiempo pasado, para llegar al futuro llenos de esperanza, nos llena de alegría. Y apoyamos la idea de que continúen en Ribera del Sil hacia abajo, pues tenemos oídas historias de acuchillados igual que se mata a los cerdos, en un mojón de la carretera de Ponferrada, creo que está antes de llegar a Palacios del Sil. Apostaremos por la recuperación de la memoria y la dignificación de aquellos que murieron luchando por un mundo más justo. Dejaremos al destino que continúe haciendo justicia y los verdugos mueran sufriendo, seguramente sufren menos de lo que hicieron sufrir a muchas personas...

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