El camionero relata viajes de catorce horas sin dormir en un camión todo-terreno cargado de dinamita
Un antiguo transportista de explosivos de Valderas denuncia la alta inseguridad
Un transportista que hasta hace tres años, y durante un largo periodo, trabajó en Ceres-Seguridad, la compañía que realiza los portes de explosivos desde la fábrica-almacén de Ibernobel-Orica en Valderas, quiso denunciar la alta inseguridad con la que a su juicio se desarrollan estas labores. Este trabajador, que actualmente continúa dedicado al transporte de mercancías peligrosas en otra provincia, mostró su decisión de dar a conocer las condiciones en las que se realizan estos transportes desde Valderas después de que uno de sus ex-compañeros falleciera, y otro resultara gravemente herido, tras el accidente que sufrieron el pasado miércoles, 30 de octubre, tras volcar el camión en el que transportaban más de 8.000 kilos de dinamita, anfo y detonadores. Según relata, los transportes nocturnos eran habituales cuando él trabajaba en Ceres, y según le consta por sus antiguos compañeros, aunque en la actualidad se ha reducido el número, siguen circulando convoyes de explosivos sin luz diurna todas las semanas. El principal riesgo de estos horarios lo constituye el elevado número de horas sin dormir que deben soportar los conductores. Este camionero, que prefiere no hacer pública su identidad por temor a ser incluido en algún tipo de lista negra a la hora de trabajar, comenta que eran habituales los viajes de Valderas a una provincia del Levante peninsular a través de Burgos y Teruel, en lugar de ir por Madrid, para reducir el número de horas de conducción nocturna, dado que con este trayecto el camión puede salir del almacén en su horario comercial, ya que estos polvorines son cerrados por la Guardia Civil al atardecer. Sin embargo, esta ruta alternativa eleva la duración del viaje de ocho a catorce horas, y el camión llegaba a su destino hacia las tres de la madrugada, con lo que los conductores -que además tienen licencia de vigilantes y portan armas cortas- debían esperar, en un lugar en el que no existe vigilancia policial, hasta que a las siete y media de la madrugada llegan los responsables del centro de trabajo que adquirió el explosivo para descargar la mercancía, lo que les obliga a custodiar el vehículo durante más de cuatro horas. A las catorce horas de viaje y las cuatro de vigilancia se suma el hecho, según explica este trabajador, de que la empresa suele realizar estos transportes en camiones todo terreno, de los que se emplean para acceder a las canteras -como el del accidente del miércoles- que además de ser incómodos por llevar ballestas, carecen de literas para que el segundo conductor-vigilante descanse hasta que le llegue su turno de tomar el volante. Según critica este trabajador, resulta además habitual que sean los propios conductores-vigilantes los que descargan el explosivo, cuando según el reglamento no pueden realizar esta labor, dado que deben dedicarse en todo momento a la vigilancia de esta delicada mercancía. Se llegó a dar el caso hace años -añade el antiguo camionero de Ceres- de que los conductores tuvieron que realizar el curso de artilleros para que, además de transportar y vigilar la mercancía, la empresa pudiera ofrecer al cliente asistencia en la voladura. Por último, este trabajador advierte que el del miércoles no fue el primer accidente que se produjo con uno de estos transportes, y recuerda que en 1998 otro camión volcó en Huergas de Babia cuando acababa de descargar explosivos en Cerredo.