Diario de León

CAMPO

Payuelos o la riqueza que trae el agua

La llegada de los regadíos modernizados ha revalorizado el precio de la tierra de los 3.000 euros del secano a los 7.000 del regadío, garantiza la cosecha, fija población joven, multiplica la rentabilidad agrícola y cambia los cultivos

Imagen de archivo de las obras de modernización de regadíos en los Payuelos. MARCIANO

Imagen de archivo de las obras de modernización de regadíos en los Payuelos. MARCIANO

León

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Si hay una zona paradigmática en la provincia de León en la que se demuestra claramente que el agua es símbolo y generador de riqueza, prosperidad y garantía de futuro esa es, sin duda, los Payuelos. La conversión de unos secanos tradicionales en regadíos modernizados ha cambiado para siempre la historia de esta comarca. La rentabilidad de las parcelas, la revalorización del precio de la tierra o la fijación de población joven en un medio rural que estaba condenado a la muerte son sólo algunos de los parámetros que dan fe de la importancia de la llegada del agua.

«El secano es la ruina y el regadío es riqueza», sentencia rotundamente el presidente de la Comunidad de Regantes de Los Payuelos, Jorge Álvarez. Y se explica. «El secano depende absolutamente de que llueva. Tenemos que estar todo el día mirando al cielo.

El regadío tiene la seguridad de la cosecha. Se puede decir que si aquí no llega el agua estábamos abocados a la nada». La revalorización del precio de la tierra es uno de los indicadores más fiables ya que responden a que se le pueda sacar rentabilidad o no. Y en esto, el presidente de los Payuelos también es contundente. «El secano no lo quiere comprar nadie y el regadío no hay fincas para comprar. Una finca de regadío vale, como mínimo el doble».

Álvarez no quiere dar ninguna cifra concreta, pero este periódico ha podido confirmar que a día de hoy el precio de un secano en una parcela que sea buena se esta vendiendo en torno a los 3.000 euros la hectárea y apenas hoy compradores. Mientras que el regadío, como mínimo, está a 6.000 ó 7.000 euros la hectárea y son muy difíciles de encontrar.

La revolución en la zona comenzó en el año 2010 cuando se pusieron en marcha los primeros regadíos modernizados. Se pasó del secano al regadío más puntero. En un sentido similar habla el secretario regional de Asaja, que aporta otros parámetros más. «Lo primero que hay que tener en cuenta es que en Los Payuelos había un secano generalmente malo que, salvo años excepcionales climatológicamente hablando apenas daban cosechas». Para empezar la mitad de la rentabilidad de las fincas se perdía antes de arrancar cada campaña porque sembraban año sí y año no. «Más del 40% había que dejarlo de barbecho, así que eso, de entrada, no daba nada».

En la sí se sembraban, explica Turrado, las producciones no superaban los 2.800 kilos por hectárea, si el año venía bien, de cereal de invierno como avena, centeno, trigo y algo de cebada. «Siendo generoso, una hectárea de secano puede dar una rentabilidad en torno a los 100 ó 200 euros por campaña». Hoy, en las zonas ya modernizadas, la situación es radicalmente distinta. Han cambiado los cultivos, siendo el maíz el mayoritario «aunque aquí no había cultura del regadío, pero rápidamente los agricultores se están adaptando y en pocos años habrá rendimientos similares a otras más tradicionales de regadío como el Páramo», señalan tanto Turrado como Álvarez.

Además el área de Payuelos se está convirtiendo en productor de cultivos como la remolacha, casi exclusivos de otras zonas con amplia tradición de regadíos como son el Páramo o las vegas del Esla. «Creo que este año se va a sembrar mucha», comparten Álvarez y Turrado.

Generando Sinergias

A todo ello se suma la generación de riqueza adyacente como el empleo de las empresas de amueblamiento de fincas, las de venta de tractores y maquinaria, las productos agrícolas como semillas, fertilizantes o fitosanitarios, así como la fijación de población joven que ven en estas tierras un futuro que sin el regadío sólo tenía nubarrones. Álvarez, a modo de ejemplo, cuenta el caso de su hijo, que dejó un puesto de trabajo en una oficina bancaria en Valencia de Don Juan para dedicarse al campo.

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