Diario de León

La Provisional hace duradero el barro en Barrillos de Curueño

La vallisoletana Belén Sola se enamoró de León por la cercanía de la montaña y el campo. Alquiló una casa en Barrillos de Curueño, que ahora es suya, con un proyecto en la cabeza: un centro de investigación de técnicas de barro y autoconstrucción

j. notario

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León

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Belén Sola forma parte de ese ramillete de gente que protagoniza la ‘revuelta’ al pueblo. Urbanitas que se convierten en neorrurales, buscan una nueva forma de vivir, más en contacto con la tierra y la tranquilidad. Su aldabonazo fue la crisis del 2008.

La Provisional, «un espacio para aprender en y del mundo rural», nació como un proyecto para investigar, analizar y acompañar a otras personas en el conocimiento de técnicas ancestrales de autoconstrucción que hoy en día están privatizadas o se han abandonado casi por completo. Se centró en las técnicas del barro, cuya base es el tapial y los adobes, por ser la propia de Barrillos de Curueño.

«Lo bonito de esta casa es que he perdido el miedo. Siempre he pensado que podía vivir de ella y en ella. Si me quedaba sin trabajo no iba a tener muchos gastos y tendría la opción de hacer algunos talleres»

El sueño de esta historiadora del arte ha convertido a este pueblo ribereño en un foco de difusión de la reconstrucción y reparación de muros de adobe y de otras técnicas de rehabilitación. La casa de Lita, que primero alquiló y luego compró, ha sido el campo de pruebas de los talleres que inicialmente tuvieron como maestro a Laurent Coquemont, experto en construcción de tierra y el uso de la cal. «No quería restaurar la casa de cualquier manera. Me formé un verano en técnicas de construcción de barro, sobre todo morteros». El primer taller demostró la «demanda y necesidad» de aprendizaje de estas técnicas. Los albañiles, en su gran mayoría, habían perdido el oficio.

Además de formarse, la nueva vecina de Barrillos tenía una motivación ideológica: «Si tuviéramos los conocimientos primarios, para hacer cosas como arreglar una pared, con aprendizajes naturalizados», la autoconstrucción no sería una quimera para la mayoría de la población.

«La soberanía arquitectónica, como la alimentaria, es elemental para la vida. Todo el mundo debería saber hacer cosas como arreglar una pared, aprenderlo de forma naturalizada. Estos saberes se han privatizado»

Belén Sola llegó a León en 2004 donde se hizo cargo del Deac (Departamento de Educación y Acción Cultural) del Musac. «Soy de Valladolid, cuando llegué a León lo que más gustó fue el acceso a la naturaleza y al campo». Barrillos de Curueño se convirtió en su nuevo hogar más por coincidencia que por elección. «Tengo aquí un amigo y me ayudó con la primera casa que alquilé». El pueblo, sin tener el encanto de otras localidades del Curueño, le permite estar cerca de la naturaleza y a la vez cerca de León, a tan solo media hora en coche. «Es un lujazo poder subir y bajar todos o casi todos los días a León», apunta.

«Cuando entré a vivir de alquiler, en 2011, la casa no tenía baño. Pero pensaba que si Lita, que había vivido aquí hasta 2008, la había habitado, yo también podía». El primer año hicieron la fachada, después un taller de tapial y otro de cal, para seguir con el tejado y el suelo. El baño se convirtió en la puesta en práctica del tadelakt, una técnica de cal que impermeabiliza y permite transpirar al adobe o tapial, al contrario de lo que hacen el cemento o los azulejos que ‘ahogan el barro’.

«En el pueblo aprendes cosas como que lo más importante es tener leña para el invierno. Se puede probar, disfrutar de una etapa de la vida de otra manera. Encontrar casa es cuestión de tiempo y movimiento»

Aunque no pudo reciclar las tejas árabes originales para arreglar el tejado, el solado del zaguán lo hizo con ladrillos del siglo XIX desmontados de una fábrica de Cistierna, con cal y tierra y sus propias manos. De no saber casi nada a arremangarse para hacer del tapial y el adobe el continente de un hogar confortable y moderno con cocina económica de última generación. Ha buscado, comprado y restaurado la mayoría de los muebles que conviven con las paredes de cal y barro y los techos con vigas de madera.

La casa de Lita le atrapó y quiso comprarla. Fue un proceso largo de un año que se cruzó con los deseos de cambiar de vida y de trabajo. Vio claro dejar el museo que, golpeado por los recortes de la crisis de 2008, fue vaciando poco a poco su departamento. «Estaba buscando otro medio de vida». Se fue tres meses a Nueva York y a la vuelta, «más descansada y alejada de los problemas laborales empecé a imaginar que era posible vivir aquí y trabajar desde aquí».

Vaciamiento rural

«Se han robado instrumentos democráticos ancestrales como el concejo»

A nivel profesional, se volcó el Laav con Chus Domínguez, en el proyecto de La Rara Troupe, y, aún el Musac, termina su tesis doctoral y entra como profesora asociada en la Universidad de Burgos. En verano seguía haciendo los talleres de La Provisional. En diciembre de 2020 deja definitivamente el museo y actualmente está contratada en la Universidad de León como profesora ayudante de Educación Artística.

En el pueblo ha pasado de no tener internet a contar con fibra óptica y aunque ya no participa tanto en la vida colectiva, sigue siendo su lugar idóneo para vivir, ahora más volcada en su trabajo y la continua demanda de arreglos que tiene la vivienda. Su próximo proyecto tiene la vista puesta en lo que fueron las cuadras para transformarlo en un taller posiblemente de cerámica, una disciplina artística a la que se ha acercado últimamente. «Al final se ha quedado en un proyecto personal. Pero lo bonito de esto es que nunca he tenido miedo. Siempre he pensado que de esta casa iba a poder vivir de ella y en ella. Que me iba a sostener. Si me quedaba sin trabajo los gastos iban a ser mínimos y con unos talleres podría tener unos recursos», subraya. Otro motivo de satisfacción «es que los aprendizajes que buscaba los he encontrado». Ahora sabe cómo usar una hormigonera para enfoscar de una fachada de barro y muchas cosas más. La revuelta al pueblo es un desafío a lo que «interesadamente nos han dicho que es muy complicado». Se trata de aprender, de naturalizar procesos manuales que se han quedado en el camino hacia el ‘progreso’. Porque el espíritu de La Provisional no es sólo la que no se establece o no se define, sino también «la que nunca aprende lo suficiente». Por eso cree que la soberanía arquitectónica, al igual que la soberanía alimentaria, son elementales para la vida y «con la tecnología que tenemos ahora hay muchas más posibilidades de conseguirlo».

Aunque la vida en un pueblo ni es idílica, Sola defiende esta opción para quienes desean salir de la ciudad y cree que es posible encontrar vivienda. «Es cuestión de tiempo y movimiento. Hay que ir a los pueblos sin ponerte una fecha. Es un trabajo lento y mi consejo es que, si es posible, antes se viva de alquiler. Hay que conocer a la gente, preguntar...». «Se puede probar, disfrutar de una etapa de la vida en la que puedes vivir de otra manera; aquí aprendes cosas como que lo más importante es tener leña», añade.

En Barrillos de Curueño se han vendido al menos otras dos casas. Personas que trabajan en la ciudad y restauran su casa sin mucha inversión y con respeto a la arquitectura tradicional introduciendo confortabilidad y y que también ofrecen talleres artesanales y hacen vida social con otras vecinas rurales de la contorna en las clases de pandereta en Orzonaga.

Pero los pueblos también tiene cara B. Belén Sola ha experimentado la parte dura de vivir en una comunidad pequeña que tiene su propia historia y entramado de relaciones que pueden llegar a expulsar a los ‘extraños’. «Es complicada la integración para la gente que viene de fuera, sobre todo cuando viven de algo del pueblo». Ocurrió con las personas que llevaban el bar Rillos, que llegó a convertirse en un foco cultural que trascendía la vida del pueblo. Genera Como en la mayoría de los pueblos, también observa que se ha perdido la vida en la calle y cree que la desconfianza hacia los que vienen de fuera también tiene que ver «con la pérdida de la buena práctica que era el concejo, cuya esencia era negociar y dialogar y todo lo que sea discusión o debate lo quieren zanjar antes de que aparezca».

Una de las consecuencias que ha traído el vaciamiento de los pueblos es que «se han robado instrumentos democráticos muy ancestrales», opina. Funcionan códigos no escritos que hacen entender que «si quieres vivir tranquila es mejor no hablar y esto lleva al individualismo». La Provisional no tiene vocación de permanencia, pero en esta última década ha hecho más duradero el barro en Barrillos de Curueño y ha sido también el motor de transformación personal de Belén Sola, segura de que si algo falla... ahí está La Provisional.

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