Diario de León

La familia trotamundos que encontró el paraíso en Valdealcón

- Javier Martínez de la Varga, dio un giro a su vida de fotógrafo cuando vio a un soldado israelí disparar a un palestino en 2010. Inició la vuelta al mundo bicicleta. En Colombia conoce a Katarin Moreno Hoyos y tras tener a Nahia y la pandemia se instalan en Valdealcón, el pueblo de sus abuelos. 

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Nació en Madrid y su vida transcurrió en varias ciudades europeas debido al trabajo de su padre. En Inglaterra, Javier Martínez de la Varga se convirtió en fotógrafo y decidió recorrer mundo. Empezó por África. Dio a conocer Sudáfrica con historias detrás del fútbol, la otra cara del Mundial en 2010. Luego se desplazó a Palestina. Después de tres meses decidió dar un giro a su vida. «Un día vi como un soldado israelí abatía a un palestino. Aquella escena me dio náuseas y decidí cambiar».

Se subió a una bicicleta para para dar la vuelta al mundo desde Indonesia, el punto más alejado desde el que regresar por tierra a España, con la idea de hacer «reportajes más optimistas» y entre 2010 y 2019 recorrió a pedales 97.000 kilómetros. Con el proyecto bicicleting.com colaboraba con oenegés y agencias internacionales de desarrollo como Acnur y Unicef. Una aventura que tuvo sus sustos en Nigeria, donde le confundieron con un terrorista y cuenta que salvó la vida por la intercesión de un obispo. Además quedó atrapado por el ébola y sin posibilidad de contactar con su madre que le vio aparecer en las noticias. Cuando aquello pasó dio el salto a Sudamérica, donde recorrió en dos años 50.000 kilómetros. Allí conoce a Katarin Moreno Hoyos, una aventurera colombiana  que viajaba en motocicleta y con la que planea seguir el viaje a Alaska o incluso comprar un terreno un Colombia, país natal de Kata. Pero la llegada de su bebé, Nahia, cambia sus planes. Poco antes de estallar la pandemia por covid-19 nace esta niña cuyo nombre significa «voluntad y deseo» y que acaba de escolarizarse en el colegio público de Cistierna.

En Colombia optaron por el regreso a España. «Una suerte, porque es un país que tiene sanidad, educación y un sistema que en el 90% del resto de los países del mundo no los tiene», subraya. «El único problema aquí es la despoblación, pero lo suples con mucho esfuerzo». añade. Los astros se alinearon. Una herencia abandonada condujo a esta familia a Valdealcón en 2021. «Decidimos venir al pueblo de mis abuelos para ver crecer aquí a nuestra hija», apostillan. Y pronto a la bebé que está en camino, para la que han elegido el nombre de Nara (alegría).

«Gradefes necesita una guardería, por muchas residencias que tenga si no abre una guardería está condenado a morir. Ahora mismo hay siete mujeres embarazadas en la zona y seguro que cinco la necesita»

Como tenían que arreglar la casa, empezaron de alquiler. No pueden estar más agradecidos a la familia que les arrendó la primera vivienda en la que residieron. Son como de la familia. Se han sentido tan a gusto que desistieron de otro plan alternativo, camperizar una furgoneta, para centrarse en reconstruir la ruina de tapial y adobe. «Con la casa terminada decidimos que era hora de poblarla con más bebés», dice la pareja.

Javier y Kata se definen como neorrurales. Personas que optan por vivir en un pueblo sin dedicarse a actividades del sector primario, aunque están barajando un proyecto de apicultura en régimen de titularidad compartida, que combinarán con el alojamiento de viajeros a través de la plataforma gratuita warms houses  y con los proyectos editoriales pendientes de la vuelta al mundo en bicicleta.

Javier ha contado su aventura en los pueblos de la zona en varias conferencias, mientras Kata se saca el carné de conducir de coche, después de un curso yendo en moto,  en «blue jeans y  a temperaturas de hasta  a -9 grados centígrados», a la Universidad de León para cursar un máster sobre ciberseguridad. Para ella ha sido un cambio de vida más radical que para su marido. No sólo por el frío, al que no está acostumbrada ni que cree que se habitúe aunque agradece «el sol que no calienta» que caracteriza al invierno leonés. En América se movía en moto y no tenía conexión con el campo, ni mucho menos sabía cortar leña. Ahora es una actividad prioritaria para disfrutar desde el otoño el calor de la chimenea.

Después de dos años largos de experiencia, la pareja ve posible  «posible empezar de cero en un pueblo», sobre todo si las expectativas y los medios de vida no se ciñen a un trabajo ligado al campo exclusivamente. «Compensa cuando tu estilo de vida premia más el tiempo que el dinero y puedes estar a 30 o 40 minutos de una ciudad como León, a tres horas de Barajas, a dos horas de la playa, casi a los pies de Picos de Europa, con sol y con agua», apunta.

«La carretera para venir a Valdealcón es muy parecida a la Toscana. Allí se ven los Apeninos y desde aquí se contempla la montaña de León. Es una provincia muy atractiva, pero infravalorada»

Se han dado cuenta que es «una zona de la provincia de León que es muy desconocida», apostilla. Situado a unos 45 kilómetros de la capital al que se tarda en llegar unos 40 minutos. «La carretera es muy parecida a la Toscana. Allí se ven los Apeninos y desde aquí se contempla la montaña de León», señala. León es una provincia «infravalorada», añade. En pleno agosto, «mientras en otros sitios se asan de calor aquí estamos a mil metros de altitud y nos tenemos que tapar para dormir». 

El mayor inconveniente es los servicios están lejos: «Hemos llevado a nuestra hija Nahia a la guardería de Almanza haciendo más de 2.400 kilómetros al mes en coche», comenta. Tampoco hay comercios cerca y el centro de salud está en Gradefes. «Deberían abrir una guardería, porque un pueblo, por muchas residencias de mayores que tenga, si no abren guarderías, está condenado a morir», recalcan.

Con Kata suman al menos siete mujeres embarazadas en la zona. «Gradefes tiene muchos pueblos y seguro que cinco la necesitan en breve, si no tendrán que ir a Almanza o a Mansilla de las Mulas». O irse del pueblo.

«Nosotros somos jóvenes y tenemos energía para coger el coche». Pero hay mucha gente mayor sola en los pueblos que ni tienen un lugar cerca para comprar, ni autobús, insiste.

Eso sí, a la ludoteca pueden ir en bicicleta. «Nahia está en contacto con la naturaleza, como cuando viajas en bicicleta», afirma el padre.

 

«Decidí dar la vuelta al mundo en bicicleta en 2010 después de ver cómo un soldado israelí disparaba a un palestino. Fui al lugar más lejano desde el que regresar por tierra y contar historias más optimistas»

Durante dos años han estado absorbidos por la crianza y la casa. «He aprendido muchos oficios. Me propuse hacer tapial y Kata decía que, eso, ni en Colombia», comenta. Su afición a experimentar le han convertido en autodidacta de la vida rural. «El acceso a amigos con internet es mejor que cualquier universidad de hace veinte años», apostilla. Valdealcón, un pueblo que llegó a quedarse casi vacío, tiene ahora 22 habitantes oficiales. En la práctica son muchos menos. «En 15 años, si no viene más gente, seremos el 100% de la población».  «Con una o dos familias jóvenes más, este pueblo sería paradisíaco. Lo mismo vamos a coger moras que ponemos ventanas o cortamos», dice valorando la importancia de las vivencias cotidianas y los aprendizajes para vivir en un entorno donde la autosuficiencia es clave disfrutar del ritmo del tiempo. «La riqueza no es el que más tiene, sino el que menos necesita», reflexiona mientras recuerda su vida en Londres. «Ir a ver a mis amigos me costaba una hora en metro y cinco libras de transporte. Aquí conocemos a gente de pueblos cercanos o quedamos con otros amigos de Astorga que nos vienen a ayudar o les vamos a ayudar. No somos de salir a bares. Somos muy sociales pero buscamos otras formas de diversión», aseguran. «Cuando tienes familias quieres tiempo de calidad», añade sobre las ventajas del pueblo.

 Kata asegura que se ha adaptado en este cambio de Colombia a España. «Se dice que allí la vida es más barata, pero cuando tienes que pagar la sanidad, por ejemplo, es mucho más caro». Otro motivo que le incentiva a vivir en España es que «quiero un país en el que mi hija tenga mínimas garantías; aquí hay respeto por la vida, la tranquilidad y que las cosas funcionan», valora. En el otro lado de la balanza extraña el «calor humano» de su tierra. «Aquí son más frías y veo que se quejan mucho; allí somos más alegres y calurosos». Acostumbrada a la vida de las urbes, aquí el tiempo se le hace especialmente largo en invierno «por la poca luz  por el frío».

En bici por el mundo y en el pueblo

Katarin Moreno Hoyos y Javier Martínez de la Varga, con su hija Nahia, de tres años, y el bebé que llegará casi con el invierno, son la última familia en asentarse en Valdealcón, un pueblo del municipio de Gradefes.

Él recorrió 95.000 kilómetros en bici en nueve años y ella recorría América en moto. Antes de venir a España, ya iniciaron a su hija en la vida de trotamundos con excursiones por Colombia. 

 

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