Diario de León

Un viaje a las entrañas de la tierra

Cerca de 300 personas se ponen en la piel de un minero y recorren una galería a cinco metros de profundidad en la Mina Escuela de La Robla

Uno de los participantes perfectamente ataviado. CAMPILLO

Uno de los participantes perfectamente ataviado. CAMPILLO

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León

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El reloj daba las 16.00 horas de este primer sábado de diciembre cuando La Robla volvía a oler a carbón, a sonar a dinamita, a saber a vino en porrón y a encender decenas de cascos para romper la oscuridad de su futuro. Eran las 16.00 horas y vecinos procedentes de varios puntos de la Montaña Central Leonesa se agolpaban a las puertas del Centro de Formación Profesional Virgen del Buen Suceso de la localidad para poder sentir, por un momento, lo que supone recorrer las entrañas de la tierra para convertir de su fruto tu sustento.

«No os asustéis por los golpes, id mirando al suelo y estad tranquilos, que todo está controlado», se podía escuchar en la escuela mina del centro, cerrada durante décadas, justo cinco años después de que los últimos mineros en activo de Castilla y León apagaran las luces frontales de sus cascos para siempre, fundiendo así a negro la actividad de un sector que sirvió de sustento durante décadas a zonas que no conocían otro modo de vida.

Éste es el caso de la montaña central leonesa, donde a día de hoy aún se sufre el impacto derivado de la explotación minera de Santa Lucía, en La Pola de Gordón, el lavadero de La Robla y la central térmica de esta misma localidad, donde ya solo quedan restos de lo que fue un pasado industrial.

Una montaña central y una cuenca por la que Santa Bárbara, la bendita, no pudo hacer nada para evitar el desmantelamiento de toda una industria, así como una cultura y una forma de ver la vida. Sin embargo, años después de que la Hullera Vasco Leonesa cerrara sus instalaciones, una nueva luz vuelve a verse en el horizonte. Una luz que se acerca cada vez más al presente y que pretende reactivar la cultura minera.

Conscientes de que recordar el pasado es la única forma de caminar con dignidad hacia el futuro, hace un año nació el colectivo Sangre Minera, formado por extrabajadores y vecinos de la zona. Este colectivo, que pretende «proteger, difundir y desarrollar la cultura de la zona», creó, a su vez, el Instituto de Estudios de la Montaña Central Leonesa, que vive a la búsqueda de nuevas iniciativas para reactivar una zona que se niega a morir.

En su afán por mantener más vivo que nunca el pasado minero de la montaña central, Sangre Minera dio hoy un paso al frente y decidió anticiparse a la celebración de Santa Bárbara, la patrona de los mineros. Para ello, reunió la ilusión de una docena de ex trabajadores, con el apoyo del Grupo Aspaiasa y el Centro de Formación Profesional Virgen del Buen Suceso de La Robla, y se propuso crear una experiencia única: organizar la primera visita en décadas a la mina escuela en la que se formaron cientos de mineros.

Aproximación a la realidad

La mina escuela ubicada en el centro Virgen del Buen Suceso de La Robla fue construida en el año 1965, dependiente de la empresa minera Hullera Vasco Leonesa, y, tras su apertura en la década de los 70, sirvió durante años como lugar de formación para los jóvenes que querían empezar a trabajar en el sector minero, para lo que «hacían un periodo de prueba obligatorio de uno o dos años». Dos décadas después de su construcción, cerró al público, pasando a abrir solo para visitas puntuales hasta, finalmente, volver a cerrar para siempre. Hasta ahora.

«Es un orgullo poder dar a conocer cómo trabajábamos, porque hay mucha gente que no se hace una idea y viniendo aquí y viendo pueden ver cómo era la mina», explica Alfonso Alfaro, extrabajador del Grupo Socavón y del Grupo Tabliza, donde ejerció labores de picador, vigilante de producción y de seguridad, además de ser miembro de la Brigada de Salvamento durante unos veinte años a los que a pesar de vivir «varios rescates, algunos de ellos bastante trágicos», recuerda como «una experiencia muy gratificadora».

Ayer Alfaro volvió a ponerse su funda azul, el autorescatador a la cintura y el casco iluminado a la cabeza para ejercer de guía a las cerca de 300 personas que visitarán la escuela mina de La Robla hasta mañana y que se convertirán en «un grupo de mineros que van a empezar a trabajar a la mina y que tendrán que conocer todos los puestos de trabajo», desde un avance de galería con entibación de madera, “como lo hacían los abuelos” u otro con cuadro metálico, con explosivos, hasta «llegar a la reina de la corona», es decir, la explotación en la que «trabajaba un grupo importante de mineros y donde verdaderamente se sacaba el carbón».

Con el objetivo de que los asistentes «se aproximen un poco a la realidad de la mina», tanto Alfonso Alfaro como una docena de ex trabajadores mineros se adentraron en los 200 metros de galería de la escuela mina, a cinco metros de profundidad, donde recrearon sus antiguos puestos de trabajo para demostrar a los visitantes cómo era su día a día.

Un día más

Varios escalones hacia abajo dejaban atrás la luz del día y daban paso a la oscuridad. Ataviados con sus cascos y tras recibir unas nociones básicas de cómo era, por ejemplo, el uso del autorescatador, varios grupos de unas 30 personas se fueron adentrando en el interior de la mina escuela, donde un altavoz recreaba los sonidos del ‘tajo’.

La lampistería recibía a los visitantes, mientras los ex trabajadores, en grupos de a dos, recreaban sus antiguas vidas, cada de ellos con su cometido. Un primer puesto en el que se trabajaba con madera da paso al altar de la patrona, Santa Bárbara, a la que los ‘guías por un día’ miraban con cara melancólica tras colocarle varias velas. «Con la situación actual del sector, da mucha nostalgia celebrar nuestro patrón, porque da pena pensar en todos los vestigios mineros que quedaban a pesar de que hoy que ya no queda nada».

Tras una primera parada para ver el avance de las redes principales energía, los visitantes avanzaron en la galería para conocer el avance en roca con explosivos —recreados también en el día de ayer—, así como un tapón contra fuegos elaborado por la brigada de salvamento, un avance de galería de carbón con cuadro metálico o un travesal general avanzado en roca con pala neumática. Más adelante, llegaron a «la joya de la corona», la propia explotación, a la que «llevan todas preparaciones anteriores» y donde una pareja de picadores y dos sutiradores ejemplificaron cómo se sacaba el carbón y utilizaban una máquina de barrenar.

Como si fuera un día más en su rutina, los doce voluntarios y ex trabajadores interactuaban entre ellos y con el público asistente, quienes además pudieron participar de manera activa en algunas partes de la visita, como por ejemplo con la vagoneta.

‘¡Vive la historia!’

Bajo el lema ‘¡Vive la historia, defiende la historia!’, Sangre Minera decidió celebrar durante hoy y mañana la festividad de Santa Bárbara con una experiencia minera que transportó a unos 140 participantes cada día al corazón de una mina, equipados con cascos, luces y herramientas originales de los pozos cerrados.

La actividad se llevó a cabo en colaboración con el Centro de Formación Profesional Virgen del Buen Suceso, que proporcionó además una explicación detallada de las obras de Vela Zanetti presentes en sus paredes, guiada por expertos de la Fundación Vela Zanetti. Asimismo, la cita contó con el visionado de documental ‘Sangre Minera’.

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