Diario de León

La protesta oficial se queda lejos de la independiente

Publicado por
ANÁLISIS Armando Medina
León

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E l campo leonés vive una efervescencia desconocida y una deriva peligrosa. La difícil situación por la que atraviesa ha hecho aflorar un desapego con los dirigentes agrarios que nadie podía esperar. El pasado 6 de febrero los ‘independientes’ lograron meter en la capital más de 1.500 tractores y unas 1.000 personas a pie. Este viernes, la protesta convocada por todas las organizaciones agrarias de forma unida se ha quedado muy lejos de esas cifras con 300 tractores y unas 2.000 personas andando.

Hace poco más de un año, el 12 de febrero de 2023, tuvieron lugar las elecciones agrarias con una amplísima participación de agricultores y ganaderos que llegó al 68,94% en la provincia de León, lo que daba a entender su confianza en los líderes sindicales. Pero, ¿qué ha pasado desde entonces?

Unos y otros deberían hacer un gran esfuerzo por su parte para estar unidos y ser una sola voz porque, en el fondo, todos defienden lo mismo. Tendrían que ser capaces de renunciar a egos y rencillas y tener la altura de miras y la humildad suficiente por el bien del campo y el medio rural. Nadie puede negarle a las organizaciones agrarias que son los representantes legítimos y los interlocutores con las distintas administraciones, más que nada porque los propios agricultores y ganaderos así se lo han concedido en las urnas. Pero también es cierto que, al margen de ellos, ha surgido de manera espontánea un movimiento independiente hasta ahora desconocido que cuenta con el apoyo y el poder de convocatoria mayoritario. Sirvan de muestra las cifras de asistencia de tractores a las movilizaciones del 6 de febrero y de este viernes.

Unos no se fían de los otros. En el último mes no han faltado los insultos y descalificaciones. En ambos lados hay quienes quieren mantener esas distancias, pero cada vez son más, en ambas partes, los que abogan por la unión. Parece conveniente que ese camino es el único posible. El campo leonés no puede permitirse luchar por su futuro haciendo cada uno la guerra por su lado. El enemigo es otro. El enemigo son las administraciones, especialmente la europea con sus normas absurdas.

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