Un aroma de espiritualidad

Uno de los mejores escaparates de Astorga, envuelto en cierto aire de hermandad cristiana, se localiza en la plaza de San Francisco, conformada por algunos de los edificios con mayor solera de la ciudad. Son tres las vías que desembocan en nuestro enclave protagonista: Matías Rodríguez, Redentoristas y la histórica Puerta del Sol, aparte del jardín de la Sinagoga. La misma plaza presenta un espacio ajardinado que ampara a algunas casitas con mucha personalidad, herederas en el tiempo de la casa solariega de los Ballesteros. El listado de construcciones emblemáticas, dotadas todas ellas de extraordinaria magia visual, se inicia con el convento y la iglesia de San Francisco, relacionados con una tradición oral que sitúa al propio san Francisco de Asís en Astorga, de camino a Santiago de Compostela y el sepulcro del Apóstol. Al parecer, el santo de Asís llegaba cansado y enfermo, afectado por la fiebre, siendo atendido médicamente en el hospital de San Juan. Cuando el concejo de Astorga supo, después de su partida, quien era tan ilustre visitante, le escribió ofreciéndole unos terrenos donde fundar el convento de su orden. San Francisco nunca regresaría a Astorga, pero envió a algunos de sus colaboradores y, efectivamente, el año 1216 se fundaba el convento que, de una u otra forma, ha llegado a nuestros días. Levantado gracias a las limosnas y cuestaciones populares, en primer lugar fue eremitorio, luego casa de noviciado y más tarde, en 1447, casa de observación donde se enseñaba Letras, Artes, Teología y Moral. Las obras continuaron durante siglos hasta darse por finalizadas hacia 1720, siempre bajo la dirección de la arraigada orden franciscana. Pero las convulsiones políticas del agitado siglo XIX propiciaron en primer lugar graves pérdidas en las riquezas monacales durante la Guerra de la Independencia contra los invasores franceses, mientras que la polémica desamortización de 1835 provocó la desaparición de Astorga de los padres franciscanos. Ya en manos del Estado, el vetusto edificio sería utilizado de cuartel para la milicia nacional y más tarde como cárcel de partido. El 1 de noviembre de 1883 la congregación de Padres Redentoristas se hacía cargo del convento, como prueba la imagen en piedra de San Alfonso María Ligorio, fundador de la orden, que preside la fachada del templo.