Tontines, tontines

Querido hermano: Deseando salud para ti y los tuyos, sírveme de transmisor de felicitaciones a nuestro amigo y flamante académico Adolfo; pena fue no poder estar en Valladolid. Andan los tiempos con el paso cambiado, acaso por influencia de esa guerra sin sentido del tejano loco, apoyada por el español desnortado. Vete a saber a donde nos llevarán con sus desvaríos sobre las arenas ardientes que pisara Abraham y donde, dicen estuvo aquello que se llamó Paraiso. Ellos no van a bañarse en el Eúfrates, que anda por allí ese otro loco, Sadam, empeñado en que vuelva la lluvia de azufre. Alguno, digo yo, tendrá que entrar en razón, mientras el mundo sigue denostándolos. Denuestos, chispas, rayos y centellas circulan por esta tierra que nos ponen, a todos, de los nervios. Las elecciones, tan cercanas, desquician a los candidatos y te encuentras con las cosas más peregrinas. Por ejemplo que parte del PSOE y del PP, tan sumisos ellos a Valladolid alcen las zancas -perdona la vulgaridad-, y se dispongan a cuestionar la legitimidad autonómica de Villalar, ahora que Herrera pasó por el aro. Amilivia propinando una patada en la entrepierna de Herrera que eso debe doler, y Matías Llorente cantándole rancheras a Villalba con la aquiescencia de Miguelito Rábanos, ya es decir. Y es que eso de apañar votos hace desvariar a los más recalcitrantes de cerviz doblegada. ¿Habías visto semejantes posturas, querido? Ahora les entró el sarampión del leonesismo. Bien sabes que para mi Villalar queda lejos, muy lejos; aún no he asomado el morro para ver su campa ni pienso hacerlo que para celebrar derrotas haylas a montones sin salir de estas murallas. Y de batallitas ya está uno más que curado. Batallitas como esa que se ha desencadenado allende el Manzanal -con votos de por medio claro- que todo el Bierzo es ahora un clamor contra la autopista; hasta hace unos meses se burlaban de la UPL y su postura -perdida con el puñetero pacto- y nos miraban a los astorganos como bichos raros cuando denunciábamos el atropello del ministerio de Fomento. La autopista les quedaba lejos, no iba con ellos; ¡ah, tontines¡ que diría aquel predicador; éstos, ni siquiera conocieron al Mesías por el corte del cortezo. Y cuando Charo se percató que había una buena veta de votos alzó la voz; y cuando el Consejo Comarcal notó que los más perjudicados -también con el telón de los votos- eran los bercianos, se levanta el estandarte reivindicativo, que se elimine el peaje, que se bajen los precios, que los votos acudan, que el río está revuelto. Hasta los camioneros bercianos, antes calladines, se revelan; dicen que pierden la tira de sus escasas ganancias al tener que depositar el óvolo del peaje en la Témpana, y unen su voz a la de los políticos por si algo se apaña, que el votante es veleidoso y vete a saber. Entre tanto los del peaje, aunque sólo anden al 50% de ocupación, cosa ya estudiada, están con intenciones de facilitarnos el cobro, que es pago por tarjeta y demás medios tecnológicos; lo que en román paladino quiere decir que mandan a tomar por retambufa a todos los reivindicativos, que ellos a lo suyo. Y a los astorganos aquí nos tienes esperando a la Doña, con Nieto aspirante a la poltrona, novel él vendiendo un hospital que, con fundamentos y criterios salidos de Valladolid, niega alguien que anda arrimado a las visitas de los prebostes autonómicos, lo cual puede ser motivo para el gran batacazo. Son cosas que no entiendo, hermano. Como no entiendo por qué me lío de esta manera, y no me caben otros asuntos en la plana, como el precio de las patatas, o lo de la leche que puede tener consecuencias colaterales para las vacas asilvestradas de La Cabrera. Como enfilamos la recta final, en esta semana puede haber listas. Y puede haber sorpresas.